Repartir amor

Hubo un tiempo antaño en el que los humanos vivían en comunidades pequeñas. Eran pocos, tenían escasos recursos y su supervivencia dependía básicamente de la COLABORACIÓN.

Hoy en día en las sociedades occidentales somos muchos, tenemos multitud de recursos y, a pesar de las comodidades que ésto nos supone, nos centramos en COMPETIR como medio de supervivencia social: tenemos que ser los primeros y los mejores en los estudios, en las actividades de ocio, en el aspecto físico, en nuestros respectivos roles familiares (el mejor padre/ la mejor madre/ el mejor hijo, etc.), en el trabajo, en las redes sociales, y un largo etcétera.

De hecho una persona adulta pasa más tiempo de media en destacar sus logros y virtudes, y criticar los de otros, en los medios sociales que en contactos reales.

Desgraciadamente los «likes» han pasado a ser más importantes que ver a las personas que nos los «dan», y la educación se basa en el éxito personal en vez de en el mérito del esfuerzo o la ganancia del equipo o del conjunto.

Sé que el proceso que ha llevado a la humanidad a este deplorable estado, (resumiendo al máximo) ha sido el ansia de poder que ha marcado nuestra historia a lo largo de los siglos. Sin embargo no tengo tan claro cual sería el proceso para retomar los valores éticos y morales necesarios para recuperar la empatía, el respeto y la comprensión a nivel global. Creo que no hay una única estrategia y que depende del acto de conciencia de cada uno con sus propias conductas.

Por mi parte, ofrezco amor al mundo. Amor en forma de reflexión y apoyo psicológico, en forma de literatura, en forma de poesía, en forma de música, en forma de imágenes y de palabras.

Es un grano de arena diminuto en el mar del mundo. Pero es mi grano de arena y quiero que viaje con el oleaje a todo aquel que desee leerlo y sentirlo con el corazón. Animo a cualquiera que se sienta identificado con este mensaje a que aporte su granito de arena y lo difunda.

Repartamos palabras de amor incluso en el ocaso decadente del otoño más austero.

Repartamos amor.

 

Imagen y texto de Sara de Miguel.

Miedo a perderte

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Anoche sentí un frío viento golpeando las ventanas.

Me despertó de un mal sueño en el que te perdía.

Sentí el gélido estremecimiento del desasosiego

dentro del pecho, agitando mi corazón,

encerrándolo en una caja de miedo.

La incertidumbre cerró una sombra de duda

sobre mi alma y mi cuerpo

y el pánico hizo temblar los pilares de nuestra relación.

Por un instante los bellos recuerdos de nuestro pasado

se rompieron en mil pedazos.

Tristes lágrimas rodaron por mis mejillas,

y un puño cerrado golpeó mi sien

como si fuera cierta aquella pesadilla.

Y justo cuando el horror me envolvía

con una áspera manta de desdicha

cogiste mi mano y sentí tu fuerza.

Abrí los ojos y allí estabas junto a mí.

Sonreí como una niña.

Todo era mentira.

Una mal engaño de mi mente

creando visiones de mis peores temores.

Recostada entre tus brazos,

reconfortada en tu regazo entendí que

el miedo no existe si no le temes:

 que la comprensión,

la dulzura, el cariño,

la sinceridad, el apoyo,

la diversión, la confianza

la pasión y el amor

que tú me brindas

descarta cualquier duda.

Me dormí a ti abrazada,

segura y tranquila

de nosotros,

de lo nuestro,

del pasado y del futuro.

deleitándome en nuestro afortunado presente.

¡Feliz martes!

Fotografía y texto de Sara de Miguel.

Hagamos un camino

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Hagamos un camino

que no esté escrito,

que sea nuevo,

en el que no importe el pasado

porque sea sólo pasado.

En el que no nos preocupe el futuro,

porque lo haremos juntos de la mano.

Hagamos un camino

nuevo, diferente, especial.

Hagamos un camino

con paciencia, comprensión y cariño.

Hagamos nuestro camino.

Fotografía y texto de Sara de Miguel.

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