Anoche sentí un frío viento golpeando las ventanas.
Me despertó de un mal sueño en el que te perdía.
Sentí el gélido estremecimiento del desasosiego
dentro del pecho, agitando mi corazón,
encerrándolo en una caja de miedo.
La incertidumbre cerró una sombra de duda
sobre mi alma y mi cuerpo
y el pánico hizo temblar los pilares de nuestra relación.
Por un instante los bellos recuerdos de nuestro pasado
se rompieron en mil pedazos.
Tristes lágrimas rodaron por mis mejillas,
y un puño cerrado golpeó mi sien
como si fuera cierta aquella pesadilla.
Y justo cuando el horror me envolvía
con una áspera manta de desdicha
cogiste mi mano y sentí tu fuerza.
Abrí los ojos y allí estabas junto a mí.
Sonreí como una niña.
Todo era mentira.
Una mal engaño de mi mente
creando visiones de mis peores temores.
Recostada entre tus brazos,
reconfortada en tu regazo entendí que
el miedo no existe si no le temes:
que la comprensión,
la dulzura, el cariño,
la sinceridad, el apoyo,
la diversión, la confianza
la pasión y el amor
que tú me brindas
descarta cualquier duda.
Me dormí a ti abrazada,
segura y tranquila
de nosotros,
de lo nuestro,
del pasado y del futuro.
deleitándome en nuestro afortunado presente.
¡Feliz martes!
Fotografía y texto de Sara de Miguel.
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