Hubo un tiempo antaño en el que los humanos vivían en comunidades pequeñas. Eran pocos, tenían escasos recursos y su supervivencia dependía básicamente de la COLABORACIÓN.
Hoy en día en las sociedades occidentales somos muchos, tenemos multitud de recursos y, a pesar de las comodidades que ésto nos supone, nos centramos en COMPETIR como medio de supervivencia social: tenemos que ser los primeros y los mejores en los estudios, en las actividades de ocio, en el aspecto físico, en nuestros respectivos roles familiares (el mejor padre/ la mejor madre/ el mejor hijo, etc.), en el trabajo, en las redes sociales, y un largo etcétera.
De hecho una persona adulta pasa más tiempo de media en destacar sus logros y virtudes, y criticar los de otros, en los medios sociales que en contactos reales.
Desgraciadamente los «likes» han pasado a ser más importantes que ver a las personas que nos los «dan», y la educación se basa en el éxito personal en vez de en el mérito del esfuerzo o la ganancia del equipo o del conjunto.
Sé que el proceso que ha llevado a la humanidad a este deplorable estado, (resumiendo al máximo) ha sido el ansia de poder que ha marcado nuestra historia a lo largo de los siglos. Sin embargo no tengo tan claro cual sería el proceso para retomar los valores éticos y morales necesarios para recuperar la empatía, el respeto y la comprensión a nivel global. Creo que no hay una única estrategia y que depende del acto de conciencia de cada uno con sus propias conductas.
Por mi parte, ofrezco amor al mundo. Amor en forma de reflexión y apoyo psicológico, en forma de literatura, en forma de poesía, en forma de música, en forma de imágenes y de palabras.
Es un grano de arena diminuto en el mar del mundo. Pero es mi grano de arena y quiero que viaje con el oleaje a todo aquel que desee leerlo y sentirlo con el corazón. Animo a cualquiera que se sienta identificado con este mensaje a que aporte su granito de arena y lo difunda.
Repartamos palabras de amor incluso en el ocaso decadente del otoño más austero.
Repartamos amor.
Imagen y texto de Sara de Miguel.
Pues creo que es un problema de conciencia, o más bien de inconciencia. Poner conciencia en cada acto, pensamiento, sentimiento… no es posible empatizar con el prójimo si no nos queremos a nosotros mismos desde el amor y no desde el egoismo. Desde el Amor incondicional. Desde el amor que nace de la conciencia y de la comprensión de nuestra íntima realidad, más allà de la forma de nuestros cuerpos y nuestros nombres.
Un abrazo
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Totalmente de acuerdo contigo Xabier. Amarse uno mismo es imprescindible para poder amar a los demás. ¡Grandes palabras! Muchas gracias por tu aportación. Un abrazo, Sara
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Así es. Y es ese contacto real vital como la vida misma.
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¡Y es real y hermoso! Muchas gracias por tus palabras y por tu apoyo Tin. Un abrazo, Sara
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Reblogueó esto en David Estebany comentado:
Vivimos en una sociedad en la que la tecnología nos permite mantener un contacto más continuado, pero ese contacto ha desplazado al otro, al real, al de encontrarse reunirse y hablarse en persona… Es una lástima. Cada vez más cerca pero al mismo tiempo más lejos.
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Totalmente de acuerdo David, es una pena que en vez de aprovechar las herramientas a nuestro alcance para acercarnos a las personas, estas mismas herramientas sean utilizadas incluso como sustitución dele encuentro real, del acto de compartir un espacio y un tiempo común y, sobretodo , de colaborar en sentirnos más cercanos. Muchísimas gracias por compartir mis palabras y por aportar las tuyas, que son recibidas con cariño. Un abrazo con cariño, Sara
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