Una persona muy cercana a mí y a quien quiero mucho lleva sufriendo bastante tiempo. Viendo que las circunstancias le superaban y que presentaba síntomas de estado de ánimo deprimido y de ansiedad le recomendé que solicitara la ayuda de un profesional de mi gremio. Acudió a su seguro privado y le derivaron a una psicóloga. Aplaudo la decisión de esta persona de reconocer que tenía un problema, buscar ayuda y acudir a un especialista para mejorar.
Ha ido en tres ocasiones a consulta con la psicóloga que le asignaron. Cual es mi sorpresa cuando ayer le pregunto qué tal le va la terapia y me dice que no muy bien, que la psicóloga se limita a escuchar lo que le quiera contar y que en la última sesión le dijo «Cuando dejes de tener problemas ya mejorarás».
Me siento profundamente indignada. Un psicólogo no es una oreja. Ni un hombro en el que llorar. Para escucharnos y para llorar podemos acudir a cualquier familiar o amistad de confianza. Un psicólogo lo último que hace es utilizar la falacia de «cuando dejes de tener problemas ya estarás mejor». Me avergüenza esta actitud.
Me resulta inmoral y falto de ética que una psicóloga se limite a decir una obviedad como que las personas se encuentran mejor cuando desaparecen sus problemas. Para colmo, hay dos errores de base en su afirmación: el primero es que nunca, nadie, está exento de problemas. Por desgracia siempre ocurren cosas que nos afectan o nos hacen sentir tristes, apenados, enfadados, angustiados o nerviosos. Lo segundo es que si uno tiene problemas y es lo suficientemente inteligente y valiente como para pedir ayuda, lo que espera es precisamente eso: ayuda y apoyo para afrontar lo que le sucede y le genera malestar. El paciente es una persona que desea tomar un papel activo en su vida y modificar lo necesario para mejorar. No es un ser pasivo que tiene que quedarse esperando a que cambien las circunstancias para poder mejorar.
Un psicólogo es un profesional formado en la ciencia de la conducta y de los procesos psicológicos y emocionales de las personas. Como tal debería hacer una evaluación biopsicosocial de su paciente, elaborar un análisis funcional de la conducta identificando los problemas y los factores de vulnerabilidad, factores desencadenantes, protectores y agravantes, y factores de mantenimiento de dichos problemas. Finalmente, debería hacer una propuesta de terapia que incluyera la formación y entrenamiento en estrategias de afrontamiento, especialmente de problemas de los que que depende la solución del paciente, y de emociones asociadas, en el caso de que la solución de los problemas que le afligen no dependan del paciente. Cualquier otra acción es pura charlatanería. Por muy catártico que resulte contar todos tus problemas a otra persona, no deja de ser hablar, y sin actuar y hacer cambios en uno mismo (a nivel psicológico, emocional y conductual) que repercutan en nuestro entorno y en nuestro afrontamiento activo del día a día, no sirve de nada ir a un/a psicólogo/a.
Es como ir al hospital porque te ha atropellado un coche y te ha roto una pierna. Si el médico se limitara a escucharte y decirte que cuando todos los conductores del mundo sean responsables y cuidadosos ya mejorarás, seguramente lo denunciarías por mala praxis. Pues esta psicóloga y todos los miembros de mi gremio que actúan de semejante manera merecen esa denuncia y nuestro rechazo como profesionales, ya que no lo son. Esto no significa que no haya profesionales extraordinarios en la psicología, ni que no hayan sesiones más que necesarias dedicadas a escuchar a los pacientes, pero no nos limitemos a hacer psicología de oreja y hombro, o psicología de pacotilla, es un insulto hacia el paciente y hacia la propia psicología.
Espero que mi reflexión, dura pero necesaria, no ofenda a nadie, ya que se trata de abordar una realidad que nos genera un problema añadido en una sociedad en la que sentirse bien con uno mismo y las propias circunstancias es complicado. No es de recibo que a quien se acude para resolver situaciones y problemas, nos produzca indefensión y abandono.
Por supuesto, aprovecho para felicitar a todos aquellos psicólogos y psicólogas que se dejan la piel por y para sus pacientes, que son muchos, y merecen nuestro reconocimiento y más sincera admiración.
¡Feliz miércoles!
Sara
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