Hacer las cosas fáciles facilita mucho las cosas

Son muchas las ocasiones en las que nos encontramos frente a un problema, un malestar o una situación de conflicto a lo largo de la vida. Además, normalmente, en dichas ocasiones no disponemos del tiempo que nos gustaría para reflexionar, o para acceder a toda la información necesaria, o para conocer las diferentes perspectivas que viven las personas implicadas, como para dilucidar una solución equilibrada, coherente, sensata y satisfactoria para todos.

Sin embargo hay una premisa que puede ayudarnos sea cual sea la situación (y aquí tomo prestada una frase de una gran persona cercana a mí):

HACER LAS COSAS FÁCILES FACILITA MUCHO LAS COSAS

Me parece un buen punto de partida ante cualquier tipo de problema.

Por ejemplo, si una emoción nos desagrada, facilitar las cosas sería preguntarnos por el por qué de esa emoción y trabajar la situación subyacente.

Si una disyuntiva nos quita el sueño, preguntarnos cual es nuestro objetivo final (sin perdernos en los entresijos reales y figurados que los suelen acompañar) y actuar en consecuencia.

Si un conflicto hace que nos incomode la relación actual con una persona, tratar con esa persona de manera sincera y diplomática la situación nos ayudará a que encontremos (juntos) una solución.

Los dramatismos, las exageraciones, cotillear, regodearnos en la «mala suerte», en los aspectos negativos de nuestros problemas o de las conductas de los demás únicamente dificultan la vida. Alimentan emociones negativas tales como la ira, el enfado o la tristeza.

Sin embargo, buscar la sencillez en nuestro propio análisis de la situación y de las emociones que nos genera, tratar de sacar lo mejor de nosotros mismos ante cualquier adversidad, nos proporciona una herramienta de afrontamiento extraordinaria: unas emociones equilibradas y consecuentes a la realidad.

Simplicidad: hay quien busca problemas para cada solución y quien busca solución para cada problema. Cada uno elige qué tipo de persona desea ser, y, sin pretensión de resultar una obviedad, buscar soluciones soluciona más cosas que buscar problemas.

Como metáfora me gustaría comparar la vida con el discurrir de un arroyo: es normal que a lo largo de nuestra existencia se acumulen piedras en diferentes puntos del camino (estas piedras serían los problemas de nuestra vida cotidiana). De hecho, es inevitable: los problemas la mayor parte de las ocasiones se presentan solos sin que nadie los busque. Pero no por ello debemos traer más piedras nosotros o amontonarlas (agrandar los problemas), ya que puede atorar el fluir natural de la corriente, haciéndonos sentir cada vez peor y más ahogados. Dejar que nuestra propia vida discurra entre guijarros y piedras es lo normal y si lo aceptamos con naturalidad evitamos acabar atascados ante cualquier piedra del camino.

En conclusión, si uno hace las cosas fáciles seguro que facilita las cosas.

¡Buen fin de semana!

Fotografía y texto de Sara de Miguel.

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