Rubia despeinada que despierta mis mañanas,
desnuda y elegante entre verdes sábanas,
sonriente a la luz del alba,
hermosa mirada del ocaso en llamas.
Estambres de oro,
que permanece encerrada
hasta llegar el estío,
paciente y sensata.
Rubia despeinada que permite el vacío
que trae el invierno consigo,
comprensiva con el viento que tumba tu tallo,
permisiva con las hojas que se van con el frío.
Hermosa flor condenada a morir,
duermes sonriendo sin cesar,
ansiando que llegue el verano,
soñando volverte a despeinar…
(Fotografía de Tomeu Mir y poema de Sara de Miguel)
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