«El pecho del poeta» de Federico García Lorca

Tú nunca entenderás lo que te quiero

porque duermes en mí y estás dormido.

Yo te oculto llorando, perseguido

por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero

traspasa ya mi pecho dolorido

y las turbias palabras han mordido

las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines

esperando tu cuerpo y mi agonía

en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.

¡Oye mi sangre rota en los violines!

¡Mira que nos acechan todavía!

Nunca hubo poeta de semejante valía como Federico García Lorca. Dedicó su vida a las palabras y escribió poesías sin parangón de belleza.

Os deseo una feliz semana,

Sara de Miguel

«Somos olvido» de Guadalupe Caulín

«Somos olvido» es la primera obra poética de Guada Caulín, autora de varios proyectos fotográficos donde habita la poesía, pero de forma visual.
Se trata de un poemario intimista, reflexivo e introspectivo, cuyo hilo conductor son las secuelas de la COVID que parecen aferrarse a algunas personas sin dejar tregua.

El olvido se cuela entre los versos y las palabras de cada poema para reivindicar la visibilidad de una de las consecuencias más duras de la COVID: la COVID persistente. Aunque no hay victoria sin esfuerzo, por lo que el poemario comienza rompiendo con un silencio actual en torno a las secuelas del virus, al olvido de las personas que las sufren, pero finaliza con la llamada al coraje, al tesón. Una llamada a la resistencia.

Personalmente encuentro exquisita la combinación equilibrada entre poesía, fotografía y retazos de realidad que presenta el poemario. Increíblemente representativo de la vida cotidiana durante y tras la pandemia por Covid-19, lo recomiendo sin duda. Se trata de una joya que, además, persigue un bien mayor, pues los beneficios íntegros de su venta se destinan a l ainvestigación de la Covid resistente.

Una lectura imprescindible para los amantes de la poesía, y de la vida en general.

Para introduciros en el mundo de palabras y silencios maravillosamente ejecutados de Guada Caulín, os dejo el primer poema del libro.

«Somos olvido.

Un intento de recuerdo que serpentea

en un espacio donde no hay eco.

Ya no somos lo que fuimos,

sino que cada mañana tejemos nuevos egos.

Algunos destejidos cuando muere el día.

Otros, tal vez, encerrados en rostros de acero.

Somos olvido para los nuestros.

Olvido atrapado en reflejos.

Olvido que acoge lamentos.

Olvido vestido de olvido.

Olvido que mata recuerdos.

Y, sin embargo, a pesar de todo,

también somos pobladores de futuros recuerdos.»

Podéis adquirirlo aquí, y conocer el proyecto aquí.

Feliz año nuevo a tod@s con cariño infinito,

Sara

Es tan difícil…

A veces se me ahoga una crítica en la garganta.

A veces me da rabia que tengas razón.

A veces me enfada que no me entiendas.

A veces odio no entenderte.

A veces quererte es tan difícil como odiarte…

El camino de las sombras

En el camino de las sombras

debo admitir

que no me imagino

mi vida sin ti

y sé

que no podría ser mejor

de lo que ya es

contigo en ella.

Imagen y poesía de Sara de Miguel.

¡Feliz semana!

Un candado al alma

Sara de Miguel – Candado

Atado a ti inexorablemente

desde el efímero instante en el que universo se alineó

para que cayera rendido a tu inefable belleza.

No imagino mayor buenaventura

que disfrutar de tu hermosura,

ni peor tormento que el inexorable paso del tiempo

que de ti me aleja.

No andaba buscando nada

y fuiste mi serendipia.

No deseaba nada

y, sin embargo, una triste melancolía

de mí se adueña cuando no estás a mi lado,

regalándome en cada una de tus sonrisas

una serena epifanía.

Y se esconde tras el horizonte el sol,

y con él tu luz.

Y se esconde tras las nubes la luna,

y tu voz meliflua me describe con elocuencia

el infinito arrebol que provoca tu mera presencia

incluso en la propia naturaleza…

Diosa del ocaso, dulce, apasionada, valiente.

Mujer de nadie, dueña del deseo de todos.

No te vayas, que necesito un poema,

cual metafórico candado,

para atar tu alma y mi alma

y no volver a sentir soledad

ni al anochecer ni al alba.

Poema y fotografía de Sara de Miguel

Amar en silencio

No te creas

que no te pienso

porque hace tiempo

que no te escribo…

Te mantienes perenne

a cada paso

en cada momento

aunque no te lo declaro,

porque en tu compañía

he aprendido

a amarte en silencio,

como tú me has enseñado:

parca en palabras

y generosa en acto.

 

Fotografía y poema de Sara de Miguel.

 

Mi amor por ti no me cabe en las palabras

Estaba siendo una noche perfecta.

La música acompañaba nuestras risas

y a algún amago de unir nuestros pies en vanos intentos de baile.

Y te pregunté qué era lo mejor que habías vivido a mi lado.

Un silencio de los que hacen más ruido que una tormenta se apoderó del momento.

«Son tantos que no puedo escoger uno»…

No sé si fue la duda, o el cansancio

pero se apagó la tenue luz, la dulce melodía y las ganas de soñar.

Y mientras transcribo ese instante que se quedó vacío

mi cabeza se llena de unos dos billones de recuerdos me aturullan

y me recuerdan que no somos las palabras con las que expresamos nuestros recuerdos

somos los recuerdos en sí, las historias compartidas,

aquellas aventuras que iniciamos hace años

entrando como dos ingenuos en la madriguera del conejo.

Siguiendo el traqueteo estúpido de un reloj que marcaba lo que teníamos que hacer

pero que no supimos entender: al final decidimos ir improvisando y,

sin querer, sin siquiera imaginarlo,

hicimos magia,de esa que no tiene truco, que brilla por la hermosa realidad que esconde:

una mirada robada tras un escenario,

un apasionado beso a escondidas en la espesura del bosque,

canciones reinventadas en rutas en coche hacia cualquier lugar.

Magia bailando, magia riendo, magia durmiendo

incluso uno hacia cada lado pero sin que nos falte un «que descanses».

Magia en la rutina, magia en las sorpresas y en las locuras.

Y al final ya no creo en nada de lo obvio.

Sería bonito (y sería lo obvio) que tú me lo dijeras, porque lo mejor para ti de nosotros no se lo puedo preguntar a otros…

Pero sí sé que para mi lo mejor de nosotros eres tú y eso es tan grande que no me cabe en las palabras…

Mi amor por ti no me cabe en las palabras.

Quizá al final no seamos tan diferentes, quizá ni siquiera deberíamos hablar.

Ya no necesitamos palabras teniendo magia…

De alguna manera hemos apartado de nosotros

todas las sombras de tristeza que alguna vez tuvimos.

Ahora todo brilla bajo el sol del verano, que hacer crecer las rosas blancas de nuestro jardín.

Puede que al final valgan más nuestros silencios compartidos,

nuestras tiernas caricias, y cómplices miradas y,

como bien dices, aunque me gusten y las busque, aunque las añore, y persistan en mis sueños,

nos sobren las palabras…

 

¡Feliz domingo!

Texto y fotografía de Sara de Miguel.

Una llama fugitiva

llamafugitiv

Y se va la tarde,

y con ella el día,

despacio, o quizá deprisa,

como la vida misma…

Con una llama

que recorre el cielo

como si fuera una fugitiva:

discreta, sigilosa, efímera.

Es el sol que se acuesta,

con la realidad en sus rayos,

mientras la luna se despierta

con nuestros sueños deseados.

En este momento,

con la llama fugitiva en el cielo,

es cuando realidad y sueños

coinciden en un fugaz momento.

 

Fotografía y poema de Sara de Miguel.

¡Os deseo un feliz fin de semana!

Variopinto

VARIOPINTO

Que ofrece diversidad de colores o de aspecto.

Multiforme, mezclado, diverso, abigarrado.

 

«No hay mayor placer

para una mente inquieta

que encontrarse en el camino

una persona variopinta

que estimule su intelecto

y le ofrezca una visión distinta

del alma y del pensamiento»

¡Feliz semana!

Sara de Miguel

No entres dócilmente en esa buena noche… (Dylan Thomas)

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El gran poeta y dramaturgo galés Dylan Thomas nos obsequió allá por los años cincuenta con un poema inquietante a la vez que imprescindible.

Son muchas las interpretaciones que se le dan a las palabras hermosas y melancólicas que recoge en estos versos llenos de fuerza. La mayoría coinciden en que es un poema dedicado a su padre enfermo, expectante ante su próximo fallecimiento.

Aunque quizá la interpretación más conocida es la que realizan los jóvenes alumnos de la clase de literatura de la película «Mentes peligrosas», en la que (desde su visión relativa del mundo en el que se desenvuelven) leen en estas líneas una clara advertencia sobre los peligros de las drogas.

Para mí, desde la experiencia de los cuidados paliativos, supone una ambivalencia emocional, pues la lucha entre dejarse llevar por el ciclo natural de la vida finalizando en una buena muerte (dócil) y el espíritu de supervivencia por que las personas nos creemos imperecederas que transmite Dylan Thomas no puede dejarme indiferente. Me hace plantearme con el corazón en la mano cual es la buena muerte: la tranquila y aceptada (los sabios entienden que al final la oscuridad es lo correcto) o la enfurecida ante la muerte de la luz. Quizá sean las dos, o quizá no sea ninguna.

«No entres dócilmente en esa buena noche

Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto,
Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor,
No entran dócilmente en esa buena noche.

Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola
Por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares,
Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,
No entran dócilmente en esa buena noche.

Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga
Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y tú, padre mio, allá en tu cima triste,
Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.
No entres dócilmente en esa buena noche.
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz».

 

 

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