
No puedo más que llorar como si tibias gotas de lluvia me inundaran
por el dolor de tu ausencia, pesado como una losa, porque jamás te he dejado de amar.
Hoy me duelen más que nunca todas las sonrisas que han brotado de mi boca desde que no estás.
En ocasiones pienso que cuando me siento feliz, aunque sea por un instante
es tan solo una ilusión, nunca una realidad, porque sin ti es imposible la felicidad.
Y me siento culpable por cada risa vivida porque no ha sido a tu vera,
y me siento inmensamente triste porque contigo no he podido compartirlas.
Y siento el vacío más intenso porque a cada segundo que pasa se desdibuja tu recuerdo
y se me resquebraja la voz porque la tuya apenas es una reminiscencia.
Y añoro ser cómplice de tus locuras y que tú fueras el de las mías.
No quiero que desaparezcas, no quiero, no puedo, perder tu recuerdo.
Deseo con tanta fuerza que sigas a mi lado que a pesar de ausencia
me aferro a ella como si en ello se me fuera la vida entera.
Por eso recurro a las palabras:
porque el día que no me quede memoria, o el día que yo ya no esté,
quiero que sigas existiendo aunque sea en forma de versos mal rimados.
Deseo que no desaparezcas nunca pues en mi corazón y en mi alma
no hay amor más verdadero que el que te profeso a ti y a tu recuerdo.