Me tropiezo contigo casi sin querer,
o debo admitir que quizá
siempre es queriendo.
Tropiezo con tus pies,
o te robo una mirada
como si fuera un ladrón furtivo
que no es digno de tu magia.
Me descuelgo por tus tirabuzones,
me enredo en el cielo esmeralda
de tu preciosa mirada,
o mi corazón palpita
y me laten hasta las entrañas
por unas pocas palabras
brotadas de tu boca tierna y delicada.
Y si emerge de tus labios una franca sonrisa
mi corazón brinca y se alboroza
como las flores recién nacidas
cuando el rocío del crepúsculo las abraza.