Eterno insatisfecho

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“Eres demasiado rubia”

dijiste cuando los rayos de sol veraniego se reflejaban brillantes en mi cabello.

“Eres demasiado morena”

dijiste cuando los copos de nieve se posaban con ternura en mis oscuras pestañas.

“Eres demasiado alta”

dijiste cuando, tumbados en la luna, posaste tu cabeza en mi cálido pecho.

“Eres demasiado baja”

dijiste cuando quise perdonar tu ausencia regalándote un beso.

“Eres demasiado delgada”

dijiste cuando una mala noche llorabas y te abracé para darte consuelo.

“Eres demasiado gorda”

dijiste cuando quise conocerte entrando por los resquicios de tu ombligo.

“Eres demasiado dulce”

dijiste cuando quise acariciar tus viejas y dolorosas heridas.

“Eres demasiado amarga”

dijiste cuando quise apartar tus miedos de mis sempiternas sonrisas.

Quise ser yo y no te pareció suficiente.

Quise ser quien tú querías que fuera y te pareció demasiado.

Ya no quiero ser nada que alimente tu ego.

Quiero distancia, quiero silencio, quiero olvidarte

porque nada cambiará aunque yo cambie.

Nada nos hará felices aunque yo te ame,

a tu lado sólo puedo esperar un futuro imperfecto

porque desbrozas sin piedad cualquier hermosa flor de esperanza

y hielas el manto acogedor del campo con tu falta de requiebro.

Te deseo al menos que tu búsqueda sea liviana y no un réquiem por un sueño.

Hasta nunca…mi eterno insatisfecho.

Extraído de «Komero».

Fotografía de Tomeu Mir y poema de Sara de Miguel.

«13 Almas» en el #MesIndie de Amazon

Me siento afortunada de compartir cada vez con más lectores mis experiencias como psicóloga de cuidados paliativos domiciliarios recogidas en el libro «13 Almas».

En mi trabajo no sólo aprendo sobre el proceso de la muerte, si no también sobre la propia vida, lo que es importante y como ser más feliz.

Ojalá el mensaje de comprensión y empatía que contiene en cada historia continúe su viaje por el mundo y llegue a los confines más necesitados de humanidad y calidez.

Agradezco a Amazon que hayan seleccionado este libro para facilitar su difusión y, por supuesto, agradezco a todos y cada uno de los lectores que dediquen su tiempo a mi pequeño mundo de vida, muerte, amor y cariño.

Podéis encontrar «13 Almas» en esta promoción tan especial en los siguientes enlaces según las regiones que ha diferenciado Amazon:

España

México

Estados Unidos, América Latina y resto del mundo

¡Un saludo afectuoso y feliz #MesIndie a tod@s!

Sara de Miguel

 

 

Lo que queda por vivir

Mientras el reloj de la existencia

agita lenta e inexorablemente sus manecillas

mueves tus piezas por el tablero de la vida

con la vana e inevitable esperanza

de que el jaque mate de la Muerte

se aplace una jugada más…

¡Feliz martes!

El tiempo y la vida

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Cada segundo es un regalo

que debe abrirse con ilusión

pues el paso del tiempo,

imperturbable,

impertérrito,

sempiterno,

y efímero,

es vida…

Tú vida.

No la desperdicies en nimiedades.

Disfrútala. Sonríe. Ama.

Vive tu tiempo.

Fotografía y poema de Sara de Miguel

Es un mundo salvaje

«Oh, nena, nena, es un mundo salvaje
Es difícil sobrevivir sólo con una sonrisa…»

¡Cuan salvaje es este mundo!

¡Qué cierto que es difícil sólo con una sonrisa!

Pero hay que seguir intentándolo, aunque sea con sólo una sonrisa.

Extraordinario Cat Stevens. Extraordinaria canción y mensaje.

¡Feliz lunes!

Poesía para Sara

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«Un deseo.

Dos abrazos.

Tres miradas.

Cuatro pasos.

Cinco emociones.

Seis sueños.

Siete caricias.

Ocho promesas.

Nueve besos.

Diez favores.

Once años

Doce poemas.»

Estas hermosas palabras me han dedicado dos niñas de once años. En ocasiones como esta me siento realmente orgullosa del calado de la poesía en los jóvenes. Me siento emocionada y feliz caminando entre la naturaleza más humana y especial del mundo.

Gracias a L y L por regalarme palabras llenas de cariño. Gracias por hacer sonreír a mi alma.

¡Feliz lunes!

Sara

La vereda

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«En el bosque de la vida es difícil saber qué senderos caminar.

A tu lado es indiferente el sendero y el final.

Sólo importa disfrutar de la vereda,

de cada árbol

y del mismo aire que nos da la vida al respirar»

Equilibrio

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Había una vez una anciana que vivía en las afueras de un pequeño pueblo, a los pies de una montaña. Vivía con su marido, un hombre muy mayor que cuidaba de ella, y recibían con frecuencia la visita de su gran familia, que ya contaba con siete hijos, sus parejas y sus más de veinte nietos, que vivían todos en el mismo pueblo.

Toda su familia la adoraba, porque a pesar de padecer muchas enfermedades, siempre sonreía y era amable y cariñosa con todo el mundo.

Por las tardes la anciana se sentaba en un banco de madera, bajo la sombra de un cerezo, y observaba la animada actividad de su familia más abajo, en sus casas del pueblo. A pesar de encontrarse cada vez más débil, y a pesar de las peticiones de sus seres queridos de que descansara en vez de esforzarse por ir hasta aquel ajado banco, se aferraba a esa costumbre.

Una tarde de otoño, con un tibio sol y hojas doradas que cubrían el suelo, el nieto más pequeño de la anciana, que apenas contaba con doce años, se acercó hasta el banco y se sentó junto a su abuela. La anciana le sonrió con amor y le cogió la mano. El joven se abrazó fuertemente a su abuela y le dijo:

“Abuela, aunque siempre estás muy enferma y mamá me ha dicho que no te tengo que molestar, quiero decirte que te quiero mucho porque eres la mejor abuela del mundo.”

La anciana sonrió con los ojos anegados en lágrimas de alegría. Entonces el pequeño le preguntó:

“¿Por qué siempre sonríes aunque estás tan enferma?”

Entonces la anciana le cogió las dos manos entre las suyas, le miró fijamente con ternura y le explicó:

“Te voy a contar un secreto. Es un secreto muy antiguo, pero creo que debes saberlo. Hay una Energía natural limitada en el mundo, de la que deriva un equilibrio de vida y muerte que mantiene estable esa energía. Hace cientos de millones de años hubo una época en la que los Dioses dieron a los humanos la capacidad de mantener el equilibrio de Energía, y podían elegir quienes podían vivir y quienes debían morir. Cuando un hombre o una mujer eran dignos de admiración por sus actos morales, se perpetuaba su existencia. A su vez, cuando un hombre o una mujer realizaba actos corruptos, enfermaban y morían. Las decisiones eran fáciles, ya que únicamente se consideraban poco éticos los comportamientos que intencionadamente dañaban a otras personas en beneficio propio.

Con el tiempo la definición de ética y moral se fue complicando. Las causas de los castigos de muerte generaban conflictos entre los humanos que debían decidir, y entre los propios Dioses a los que recurrían para asesorarse. Incluso hubo personas que se percataron de que si se comportaban en los límites de la moralidad, eran castigadas con enfermedades que no eran mortales, y aprovechaban esta circunstancia. Se comenzó a confundir la libertad de elegir los propios valores morales, con el libertinaje de hacer cualquier cosa que diera lugar a embarullo ético.

Entonces los Dioses decidieron quitar a los humanos el poder de mantener el equilibrio entre la vida y la muerte, el equilibrio de la naturaleza. Al no encontrar ningún criterio claro para poder ejercer su responsabilidad de mantener la Energía, decidieron que la enfermedad y la muerte serían aleatorias.

Desde entonces, así ha sido. La enfermedad y la muerte son aleatorias. No hay una causa, ni una responsabilidad, ni una justificación para ninguna de las dos. Las personas enferman y mueren aleatoriamente, sean buenas o malas. La única diferencia entre ambas reside en la paz de su conciencia al morir.

Por suerte, aún quedamos algunos descendientes de los primigenios humanos que podemos decidir sobre el equilibrio de la Energía. Pero somos muy pocos, y podemos afectar únicamente a las personas más cercanas.

Yo soy una de ellas. No puedo decidir quien vive o quien muere, pero puedo asumir las enfermedades las personas que quiero y que se portan bien. Para mi inmensa suerte, toda mi familia sois personas maravillosas, que os cuidáis unos a otros, y que os preocupa más el bienestar de vuestros seres amados que vuestro propio bienestar. Así que hasta que la muerte me llegue, hace mucho, mucho tiempo que decidí asumir todas vuestras enfermedades. Por eso siempre sonrío, porque sé que cada síntoma, cada dolor, cada pesar, cada cansancio o malestar físico, no es más que un síntoma, un dolor, un pesar, un cansancio y un malestar que no tenéis uno de vosotros. Sonrío porque soy feliz con vuestra felicidad.”

El joven, con una sonrisa llena de asombro y admiración, volvió a abrazar a su abuela, y repitió:

“Eres la mejor abuela del mundo.”

Extraído de «9 Principios y ningún final»

¡Feliz jueves!

Sara

Mariposas en el alma

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Tan sólo una mirada tuya

y mil mariposas 

de colores infinitos

revolotean alborozadas

por los confines de mi alma.

Fotografía y poema de Sara de Miguel.

¡Feliz miércoles!

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