Me apena mirarle a los ojos
y fingir no saber quien es,
quisiera volver a amarle
pero tengo miedo de sufrir.
Deseo ser suya de nuevo,
pero es mi reino el horizonte
y un cruel futuro me espera
donde acaso mi corazón deba morir.
No me quedan lágrimas para él,
pues no quiero dárselas,
más allá del océano de sus ojos
la esperanza es infinita.
La voz de mi alma
se alza en el cielo y canta
pero un lamento rompe mis alas:
es el poder del amor que grita.
Quisiera ver a través de los senderos del olvido,
cerrar los ojos y no despertar jamás
y entre sueños cautivos rememorar sus caricias,
sueños que lloran inquietos,
sólo sueños, nada más…
Le llevaré siempre conmigo
aunque sea solo entre recuerdos.
Evocaré su nombre en un cálido silencio
y cuando la imagen del espejo me sea desconocida
me encontraré a mí misma en los tristes anhelos
de los abrazos y besos
que quedaron perdidos en el pasado
cuando aún le quería.
Fotografía y poema de Sara de Miguel.