Nuestras vacaciones mentales

¡Buenos días de lunes!

Hoy os presento un escrito muy especial. Se trata de un intercambio de impresiones entre la gran coach personal Lola Caulín y una humilde servidora sobre la necesidad del espacio-temporal para uno mismo en el día a día.

Se trata de una colaboración en forma de carta tradicional, de esas que apenas ya se estilan, pero cargadas de la realidad y emotividad necesaria para llegar a lo más profundo del alma.

Os invito a leernos y reflexionar sobre un tema tan sumamente importante y que no está suficiente reconocido y valorado en nuestra sociedad.

Un abrazo afectuoso a todos los lectores y esperamos que os guste.

Sara

«Querida Sara:

En este maravilloso viaje llamado vida, estoy aprendiendo a ser «observadora de humanos». Observo, escucho, visualizo y me doy la oportunidad para intentar conocer a la persona que tengo delante con tan solo unos minutos de conversación.

Me he dado cuenta de algo amiga, que hay muchísimas personas a las que les pregunto: ¿qué haces para salir de la rutina diaria? ¿Que te gusta hacer? Y no saben que contestar, porque no se han planteado que hacer con su tiempo libre.

Hace unos días, escuché a una señora decir que le encantaba leer el periódico por la mañana, después del desayuno, pero que se sentía culpable porque no le dedicaba el tiempo suficiente a su casa. Veía tiempo perdido en algo que le gustaba. Ésto me costó entenderlo porque sinceramente pienso que es una lección de vida buscar tiempo para dedicarlo a lo que mas te gusta… Algo similar a dedicarte amor a ti misma.

También me he encontrado a personas que hacen de su hobby una verdadera obsesión sin dar tregua siquiera a dedicar tiempo a otras cosas o tener otro tipo de conversación: se hacen tan pesadas que lo único que quieres hacer es huir para que no te taladren incesantemente.

Por otro lado, estamos las personas que hemos aprendido a tener ·vacaciones mentales diarias.

Me desconecto de todo cuando escribo, cuando leo, cuando paseo a mi perro, cuando hago pan o bizcochos…

He sido consciente y he comprobado de lo sanador que es poder hacer lo que mas me gusta, lo que amo, sin obligación. Solo por el hecho de que me encanta, y esto me produce emoción y alegría.

¡Qué bonito va a ser cuando el equilibrio entre la obligación y el placer se den la mano para que nuestro bienestar interior sea perfecto!

Hasta pronto amiga, abrazos, Lola.

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Querida Lola,

Tus palabras me agitan y conmueven a partes iguales. Hoy en día hay que nadar a contracorriente para que las personas se quieran y se cuiden como merecen y, o no se sientan mal por ello, o no se obsesionen con una mera afición como si fuera el objetivo de sus vidas.

Lo cierto es que nuestro estado de ánimo depende de lo que hacemos cada día. Si sólo hacemos actividades obligatorias, por muy necesarias que sean, nuestro estado de ánimo está bajo mínimos. Es un factor de vulnerabilidad para sufrir tristeza, cansancio emocional e incluso depresión. Además, puede hacernos entrar en un círculo vicioso en el que cuantas menos cosas agradables hacemos, menos ganas tenemos de hacer nada porque nos sentimos agotados/agotadas y bajos/bajas de ánimo. Al final es fácil acabar siendo una especie de fantasma que pasa los días cumpliendo con todo menos con uno mismo.

Todos necesitamos un tiempo, aunque sea pequeño, para nosotros mismos. Tú necesitas tiempo para ti. Te ayuda a coger fuerzas y perspectiva en tus obligaciones diarias y, sobretodo, te hace disfrutar de la vida, que al fin y al cabo debería ser una de nuestras prioridades.

No dejes tus obligaciones, no dejes de cuidar de tus personas cercanas y queridas, no dejes de cuidar tu casa (que es tu refugio y tu templo), pero tampoco dejes de cuidarte a ti. Cuanto mejor estés tú de estado de ánimo, mejor podrás cumplir con tus obligaciones y cuidar de las personas que quieres.

A todas las personas les propondría hacer este ejercicio para facilitar la activación conductual: haz una lista de actividades que consideras placenteras. Una lista larga. Cuantas más actividades, mejor. Y no sólo incluyas las que te agradan ahora, incluye también las que te han gustado en otras épocas, además de actividades que no has realizado nunca pero que crees que te podrían gustar. Pueden ser actividades muy sencillas y accesibles, por ejemplo, darte un baño con sales, velitas y música, o actividades mucho más complejas, por ejemplo, viajar a un lugar deseado.

Empieza por organizar cualquiera de las más pausibles. Organizar significa buscar el momento, lugar, personas implicadas (si precisa de compañía, claro), presupuesto, etc. Y hazla, haz la actividad que te gusta, bien organizada, y disfrútala.

Finalmente, acostúmbrate a buscar tiempo para ti, para hacer las actividades que consideras agradables o satisfactorias, y verás cómo cambia tu estado de ánimo. Incluso haciendo más actividades a lo largo del día, la semana o el mes, te sentirás con más energía para poder afrontar tu día a día.

Estás aquí, estás vivo, y tu misión, entre otras muchas, es ser feliz. Elige, pues tú decides quién eres y qué haces con el regalo tan precioso que es vivir.

Gracias Lola por darme la oportunidad de hacer esta valiosa reflexión y compartirla.”

Fiel

Habían cientos de candados en el puente.

Todos y cada uno de ellos representaba una promesa de amor eterno entre dos personas. Un amor perfectamente equilibrado entre el cariño, la pasión y la confianza.

Es extraño como en ocasiones la vida da vueltas y giros inesperados y lleva a las parejas a situaciones que, de entrada, nadie consideraría como probables, y sin embargo se presentan y desmontan los compromisos de afecto sempiterno, convirtiendo los sentimientos en algo pasajero y efímero.

Imaginemos una pareja: se conocen, se enamoran y pactan todo un futuro juntos que prevén único, especial y feliz.

Ojalá siempre fuera tan sencillo… Pero podría pasar que uno de ellos conociera a otra persona, y se enamorase. ¿Debería seguir con su promesa inicial? ¿Debería abandonarla e iniciar una nueva promesa con su nuevo amor? ¿Qué garantía hay de que, en tal caso, no pudiera volver a suceder a alguno de los dos que se enamoren en cualquier otro momento de cualquier otra persona?

En todo caso continuar una relación cuando no se ama, es una cárcel de amargura y tristeza.

También podríamos imaginar otro escenario: ambas personas de la pareja se aman, pero uno de ellos decide en esta era de postmodernidad y relatividad de conceptos, mantener relaciones fuera de la pareja con otra u otras personas, sin el conocimiento o aprobación de su compañero o compañera. ¿Debería seguir con su promesa inicial? ¿Debería abandonarla e iniciar una vida más libertina acorde a sus ideales sexuales? ¿Qué garantía hay de que, en tal caso, pudiera encontrar personas adecuadas con las que mantener este tipo de relaciones sin que generase problemas emocionales a nadie?

En todo caso continuar una relación en la infidelidad se transforma en un sinsabor de angustia y culpabilidad, y en un pozo de lujuria desencaminada.

En otra tesitura imaginemos dos personas enamoradas una de la otra. Además ambos creen en la fidelidad (o la infidelidad) en la misma medida. Se compenetran rozando la perfección. Pero nunca se confiesan su amor por falta de confianza en la reciprocidad. E incluso en la mejor de las expectativas al principio de la relación se expresan con frecuencia e intensidad su amor desmedido, pero el hábito y el exceso de confianza hacen que con el tiempo dejen de hacerlo, porque dan su amor y afecto por supuesto. ¿Deberían seguir con su promesa inicial? ¿Deberían abandonarla para volver a valorar los sentimientos que les unieron y les instase a manifestarlos de nuevo? ¿Qué garantía hay, en tal caso, de que no se volviera a repetir en breve la tediosidad de la certidumbre y el consecuente abatimiento del frenesí?

En todo caso continuar una relación en la que se ama y se es fiel, pero no se siente amado acaba matando la ilusión y el entusiasmo.

La ausencia de las palabras adecuadas impediría que esa relación se afianzase y mantuviese el necesario deseo y confianza.

Conclusión: no hay garantías de nada en ninguna relación.

La mayoría de parejas se acaban por falta de amor u amor por otros, falta de pasión o pasión por otros, y falta de sentirse amado. De momento no se ha dado el caso en que una pareja se acabe por exceso de amor, pasión o demostraciones y palabras de afecto.

Mantenerse fiel a uno mismo facilita en gran medida alcanzar la felicidad en pareja o sin ella. Fidelidad a uno mismo en lo que respecta a quien amamos, con quien nos acostamos, en quien confiamos y como demostramos nuestro amor.

Amar, dejar fluir la pasión, confiar y expresar todo ello son las claves para que los candados que las promesas de amor eterno algún día se hicieron no se rompan y acaben vacías, como su reflejo fugaz en el mar.

Fotografía y texto de Sara de Miguel

El poder de la palabra

Palabras, origen de acuerdo entre las personas para expresarse y poder unirse con un objetivo común.

Palabras, fuente de caos en las lenguas que se dispusieron desde Babel, la torre que pretendía llevar a los humanos hasta el cielo.

El cielo alcanzado a través de las palabras que no hacen sino arrastrarnos al infierno de la confusión.

Palabras, concebidas para hacernos la vida más fácil.

Palabras. utilizadas con tanto yerro que nos hunden en el pozo de la desesperación.

Palabras que son mentiras premeditadas, mentiras piadosas, medias verdades y verdades a bocajarro.

Palabras que ilusionan.

Palabras que hieren.

Palabras no dichas.

Silencios que se clavan como estacas.

Palabras mal dichas.

Palabras dichas con buenas intenciones.

Palabras malinterpretadas.

Palabras que nos faltan para expresar lo que surge en nuestras cabezas y corazones.

Palabras que nos sobran.

Exceso de palabrería.

Ignorancia e inocencia.

Palabras mal usadas.

Palabras pensadas durante meses que luego no significan nada.

Palabras que surgen de las bocas inquietas, impulsivas, mal pensadas.

Palabras que no dicen nada y lo dicen todo. Libertad de expresión.

Palabras que dicen todo y no dicen nada. Libertad de interpretación.

Confusión en barquitos de papel llenos de garabatos que se deshacen en el agua.

Palabras como verdugos desalmados de causas perdidas.

Todos provistos de armas blancas en forma de palabra como filos de navaja

que hieren con alevosía o con el candor de la simpleza.

Cuánto daño por letras hiladas con forma de cañón  y artillería.

Batallas iniciadas, asesinatos a sangre fría, de emociones y sentimientos

por palabras mal comprendidas o, simplemente, no expresadas.

Quizá sólo una elucubración de una mente atormentada por demasiadas guerras perdidas

entre palabras y palabrería.

El poder de la palabra. El poder más extraordinario para hundir en la tristeza o la mayor alegría.

Y sólo son palabras…

 

Os recomiendo echar un vistazo a «¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte» para conocer y manejar el poder de la palabra.

Reflexión y fotografía de Sara de Miguel.

Detalles

Aprovechando la fecha «señalada» del calendario, que nos invita a manifestar nuestro amor, comparto una reflexión sobre un tema importante en las relaciones: la atención a los DETALLES. Y de ahora en adelante en el presente texto donde pone relación quisiera generalizar a cualquier persona por la que sintamos afecto de nuestra vida (pareja, hijos, otros familiares, amistades, etcétera).

Cada persona siente, vive, piensa y se comporta diferente. Por lo tanto la importancia que le da a los detalles será diferente.

Si la otra persona de tu relación no es detallista y te gustaría que lo fuera, díselo, y dale opciones y alternativas para que sepa cómo hacerte detalles que te resulten significativos para ti. O al contrario, si no eres detallista y la otra persona sí, pregúntale si eso le supone malestar, y qué podrías hacer para que se sienta mejor. Básicamente favorece la comunicación.

Los detalles son una manera preciosa de reforzar a las personas con las que tienes algún tipo de relación afectuosa, y de que la otra persona te refuerce. Es una manera de demostrar interés y generar emociones positivas intensas. Pero también es una inversión de tiempo, esfuerzo y (cuando son materiales) dinero, por lo que asegúrate de que ambos expresáis vuestros gustos y apetencias respecto a los detalles.

No olvides que hay detalles que son gratis: los halagos y alabanzas.

No desaproveches la oportunidad de reconocer a las personas que estimas todo lo que te gusta de él o ella. Habla de lo que no te gusta o te genera malestar en pequeño (mediante la crítica constructiva y las discusiones positivas), y habla de lo que te gusta y te hace sentir bien en grande (mediante los halagos, las alabanzas y los refuerzos).

Recuerda que somos lo que hacemos: si tus hábitos comunicativos y conductuales tienden a generar malestar, generas y activas huellas de memoria negativas. Si, por el contrario, tus hábitos comunicativos y conductuales tienden a generar bienestar, generas y activas huellas de memoria positivas.

Una relación sana, estable y satisfactoria es en la que el bienestar del otro es igual de importante que el tuyo, y viceversa. Tú eres el responsable de tu parte, y tú eliges cómo deseas que se sientan los demás respecto a ti.

Al final lo único importante no es ser, ni tener, relaciones perfectas, es ser y hacer relaciones FELICES.

Fotografía y texto de Sara de Miguel.

Extraído y adaptado de «¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte».

¡Feliz día!

Pseudo-relaciones y relaciones tóxicas

PSEUDORRELACIONES Y RELACIONES TÓXICAS

¿Pseudoqué? Vaya palabreja. Mejor me explico: “pseudo” significa “casi”o “parecido” cambiando el significado a la palabra que acompaña. Pseudorrelación significa un contacto entre dos personas que es casi una relación pero en realidad no lo es, aunque lo parece. En nuestra cultura y sociedad es cada vez más frecuente tener pseudorrelaciones: relaciones que lo parecen pero no lo son.

¿Te suenan los “rollos”? Dos personas que están “liadas” durante un tiempo pero no son pareja. ¿Te suenan los “conocidos”? Personas con las que tienes una relación similar a una amistad pero que no llega a ser una amistad.

Este tipo de pseudorrelaciones responden a dos causas principales. La primera es social: cada vez se establecen menos vínculos profundos y más superficiales que responden a necesidades instrumentales (esto es, utilizas a las personas porque necesitas algo de ellas). La segunda es que los estereotipos de libertad y diversión han cambiado hasta el punto de confundir libertad con libertinaje y diversión con exceso.

Me explico: la libertad es poder decidir y elegir qué haces de una manera responsable. El libertinaje es el desenfreno sin control y sin ser consecuente o responsable de los propios actos.

Por su parte, diversión es pasarlo bien, mientras que exceso es llevar la diversión a los extremos en los que supone perder el control conductual o emocional.

Esto nos ha llevado a un punto en el que cada vez tienes más conocidos y menos amigos, y cada vez te diviertes menos porque te involucras demasiado en actividades o conductas potencialmente peligrosas para tu salud física y mental porque las hacen esos conocidos y porque socialmente están de moda.

Por ejemplo, es demasiado habitual que se produzcan más infidelidades porque responden a una apetencia momentánea, eligiendo libertinaje en vez de libertad, y exceso en vez de diversión. O cada vez se bebe más alcohol o se consumen más drogas por el mismo motivo. Quizá te lo puedes pasar igual de bien, o incluso mejor, pasando más tiempo con amigos haciendo actividades positivas, pero socialmente no es “tan guay” ir de excursión o visitar museos como salir de marcha o “ir de flor de flor”.

NO CONFUNDAS RELACIONES CON PSEUDORRELACIONES. Eres libre de tener las relaciones y pseudorrelaciones que desees y que te hagan sentir bien y feliz. Sin embargo, evita etiquetar como amistad una relación instrumental con una persona que sólo sirve para salir de marcha. O evita etiquetar como pareja una relación que sólo sirve para saciar las apetencias sexuales. Si confundes con frecuencia las relaciones con las pseudorrelaciones, tenderás a confiar en exceso, compartir intimidades y dedicar demasiado tiempo y esfuerzo a personas con las que no mantienes una relación, que no te van a corresponder, y que pronto o tarde te harán sentir frustrado/frustrada e infeliz.

Hay dos pautas principales que pueden ayudarte a gestionar las pseudorrelaciones:

– ESTABLECER VÍAS DE COMUNICACIÓN EFICACES. Da igual qué tipo de pseudorrelación estés teniendo, expresa claramente lo que deseas de esa relación y cuándo lo deseas para que la otra persona esté informada siempre de tus expectativas. Como toda relación puede cambiar con el tiempo (de “rollo” se puede pasar a pareja, o de “conocido” a amistad), pero asegúrate hablándolo con la otra persona de que es un cambio mutuo y que la relación que crees que estás teniendo es real.

Si es mutuo, tanto en términos de relación o de pseudorrelación, fantástico, porque ambos esperáis lo mismo.

Sin embargo, si no es mutuo, plantéale qué tipo de relación te gustaría que fuera, y pon en común las posibles expectativas de futuro. La otra persona es libre de decidir si es lo que desea o no.

Tú no decides por nadie, pero sí decides si te comunicas eficaz y sinceramente con esa persona y si aceptas las condiciones de esa pseudorrelación o relación o no.

– ACEPTAR EL CARÁCTER INSTRUMENTAL DE LAS PSEUDORRELACIONES Y RELACIONES. Cuando hablamos de amistad, pareja y familia nos referimos a relaciones en las que amamos a esas personas y deseamos, por encima de todo, su bienestar. Por supuesto, esperamos una reciprocidad: que esas personas nos amen y nos deseen bienestar y felicidad. Cuando sabes que pase lo que pase (aunque haga mucho tiempo que no os hayáis visto, o hayáis tenido algún problema o conflicto) puedes contar con el respeto o apoyo de esa persona, es que tienes una relación con él o ella.

Por el contrario, cuando una persona es adecuada para compartir una parte de tu vida, aficiones o actividades concretas (por ejemplo, salir de marcha, o ir a jugar al fútbol, o de compras) pero no recurres a ella en caso de necesitar una fuente de confianza, apoyo, comprensión o respeto en todos los ámbitos de tu vida, se trata de una pseudorrelación.

En tu vida seguro que tienes varias relaciones y muchas pseudorrelaciones, simplemente acéptalas como lo que son, disfrútalas como lo que son, y no esperes de una pseudorrelación lo propio de una relación, porque es injusto y frustrante para ambos. Naturaliza los diferentes tipos de personas, su “función” en tu vida, y te evitarás muchísimos problemas prácticos y emocionales a lo largo de tu existencia.

Mención aparte son LAS PERSONAS O RELACIONES TÓXICAS.

Una persona tóxica tiende a hablar en exceso sobre sí misma, centrando el mundo en su ombligo y potenciando su ego por encima de los demás.

Normalmente se centran en todas las cosas malas que les ocurren, dramatizando los acontecimientos de su vida cotidiana y envolviendo su alrededor de pesimismo.

Además suele asumir el rol de víctima, pretendiendo ser siempre el centro de atención, y sin tener en cuenta su parte responsable en las cosas que le suceden y sin motivar cambios que le lleven a mejorar las situaciones que le generan malestar.

Suelen culpabilizar a los demás de sus problemas, y expresan constantemente su infelicidad.

Finalmente, actúan como auténticos “VAMPIROS EMOCIONALES”, absorbiendo el tiempo y el esfuerzo de los demás en su beneficio propio. ¿Te suena? Seguro que conoces a alguien así.

Todos pasamos por malos momentos y a todos nos pasan cosas malas, porque hay muchas cosas que nos ocurren que no las elegimos, simplemente vienen.

La diferencia es la actitud que presentas frente a lo que te sucede: si aceptas que hay cosas que te suceden que dependen de ti, y dedicas tiempo y esfuerzo a cambiarlas, estás en el camino adaptativo.

Si aceptas que te suceden cosas que no dependen de ti y dedicas tiempo y esfuerzo al afrontamiento emocional, estás en el camino adaptativo.

Quejarse, dramatizar y recurrir a los demás con demandas excesivas de apoyo emocional frente a lo que uno mismo debe asumir a la larga establece un hábito de toxicidad propio y en tu entorno.

Es importante identificar a las personas tóxicas que puedan estar en tu vida, porque te absorben las energías y te impiden vivir tu propia vida con naturalidad. Además normalmente te arrastran a círculos viciosos de libertinaje y excesos (porque son personas más propensas a la impulsividad que una persona estable y sana emocionalmente) que a la larga no te benefician, y tienden a exigir exclusividad o una demanda elevada de atención que te aleja de otras personas importantes de tu vida porque no soportan compartir tu cariño o afecto con los demás.

Independientemente de que todos podemos pasar por malos momentos, y estar más pesimistas o necesitados de atención, intenta no convertirte en una persona tóxica ni dejes que una persona tóxica tome las riendas de tu vida.

Al fin y al cabo, tú no decides lo que hacen los demás, pero sí decides que haces tú.

Aprende a DECIR NO cuando quieres decir no, justifícalo y exprésalo asertivamente si lo consideras necesario, pero no dejes que nadie decida por ti.

(Extraído de el libro «¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte»).

¡Feliz miércoles y a tener relaciones sanas y hermosas!

Sara de Miguel

Te engaño

Te engaño.

Para qué negarlo por más tiempo

si me notas en la mirada

lo que ocultan mis palabras.

Te engaño cada día:

cuando te observo

y tu belleza me embarga

pero no lo menciona mi habla.

Te engaño

cuando te admiro por tus obras,

por tus logros y tu constancia,

y no salen los vocablos de mi garganta.

Te engaño

cuando quisiera adornar tus labios

con un tierno ósculo

y de mi boca no sale nada.

Te engaño

cuando quisiera compartir mil abrazos

y mis manos sólo aciertan

a quedarse mudas en mi regazo.

Y todo por seguir danzando

con la sociedad y sus preceptos,

en una danza absurda

donde las buenas palabras,

las hermosas,

las que expresan cuánto amamos,

nos avergüenzan

más que cualquier crítica o falta.

Te engaño

y sé que a quien de verdad engaño,

a quien traiciono con mis silencios,

es a mí misma

por no decirte,

todas las veces que así lo siento,

cuánto te amo.

 

¡Feliz domingo y no os engañéis ni engañéis a nadie, pues el amor debe ser expresado!

Fotografía y texto de Sara de Miguel.

 

Una conciencia tranquila

Se nos ha olvidado nuestra conciencia. Y todo por GANAR. Hoy día, en nuestra sociedad lo único que importa es ganar a toda costa, a quien sea, como sea y sin valorar las consecuencias.

Yo no estoy de acuerdo. Pienso que ganar no siempre es lo mejor. Ganar algo hoy puede suponer perder mucho mañana. Ganar es RELATIVO. Depende de lo que inviertes en tiempo, esfuerzo, dinero y bienestar emocional, y de tus valores y creencias. Ganar no siempre es ganar.

Además ganar no siempre es necesario. En ocasiones nos obcecamos en conseguir objetivos porque nos los autoimponemos o nos vienen impuestos social o laboralmente, aunque no sean lo que deseamos o no nos beneficien a nivel personal. 

Por si fuera poco, en nuestra sociedad está penado rendirse o perder. Fracasar es un estigma. Y nadie quiere sentirte un fracasado. Sin embargo, rendirse a tiempo en ocasiones es la mejor victoria, sobretodo cuando los indicios te avisan de que la victoria es difícil o imposible, y el tiempo y esfuerzo a invertir es mayor del que puedes dedicar. Rendirse es sano si eres es capaz de vivirlo como una decisión sabia frente a una expectativa no alcanzable.

Y en ocasiones perder también es ganar. Cada vez que pierdes en algo o que te equivocas, estás aprendiendo un camino que no te beneficia o que te genera malestar. Cada pérdida y cada error es un aprendizaje y te enseña a enfrentarte a la vida de una manera diferente, con más información, de hecho con una información que no tendrías si no hubieses perdido o errado. Yo no sería quien soy si no hubiera errado, perdido y no me hubiera rendido en muchas ocasiones. Acepto toda mi historia personal, con mis victorias y mis derrotas, porque me han convertido en quien soy y me hace sentir mucha orgullosa de ello. Tú tampoco serías quien eres sin tus victorias y derrotas. Puedes sentirte mejor o peor respecto a cada una de ellas, pero al fin y al cabo gracias a ellas estás aquí y seguro que tienes muchas cosas en tu propia historia personal por las que sentirte orgulloso u orgullosa. Cada vez que tomas una decisión lo haces pensando que es la mejor. Si lo es o no, es algo que sólo puedes valorar con tiempo y perspectiva, y desde luego sin arrepentimiento o acritud, pues en su momento te pareció la mejor decisión.

Entonces, si ganar es relativo, y rendirse y perder también es ganar, ¿qué es «GANAR» en realidad?

Ganar es dormir tranquilo.

Consiste en aprender a ser responsable de los propios actos y sus consecuencias, empezando por cómo nos comunicamos con nosotros mismos y con los demás.

Ganar es ser un comunicador eficaz, decir lo que quieres decir, y aumentar las probabilidades de que suceda lo que te gustaría que suceda. Esto no significa en ningún caso tener siempre la razón ni conseguir todo lo que quieres. Significa esforzarte por ser un buen emisor y receptor, y poder irte a dormir con la conciencia tranquila de que, cada día, tu parte como comunicador está lo mejor hecha posible.

Porque UNA CONCIENCIA TRANQUILA VALE MÁS QUE LA OPINIÓN DE TODO EL MUNDO.

Extraído del libro «¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte» de Sara de Miguel.

¡Feliz semana!

Se felicita en público y se corrige en privado

«¿Conoces a alguien que no se queje nunca? ¿Has pasado más de una semana (quien dice una semana dice un día o un par de horas) sin criticar a alguien o alguna de sus acciones? Estoy segura de que no. Vivimos en una sociedad inmersa en la cultura de la crítica y la queja. Nos quejamos de todo y lo criticamos todo. A todas horas, vayas donde vayas, estés con quien estés, escuchas a alguien quejarse o criticar algo. Está aceptado socialmente quejarse y criticar, sin embargo no nos gusta ser el objeto de crítica o queja, ni nos parece bien que se nos quejen o que nos critiquen. Un poco contradictorio, ¿no crees?

Criticar y quejarse está genial, pero en su justa medida y con intención constructiva o de mejora. Y te ofrezco la posibilidad de que valores que recibir críticas y quejas no sólo es necesario, sino que es imprescindible en tu vida. Una pequeña reflexión: si nunca nadie se quejara de nada, ni criticara nada, hay muchos cambios que no se producirían. Las quejas y las críticas entendidas de una manera constructiva son motores de evaluación, de cambio y de aprendizaje a todos los niveles (tanto de evolución histórica, política y cultural, como a nivel personal).

Esto no significa que valga QUEJARSE Y CRITICARLO TODO sin ton ni son. Lo importante es saber qué criticamos, a quién dirigimos la crítica, en qué momento y lugar, y, sobretodo, con qué objetivo. Criticar por criticar, o quejarse por quejarse, puede servir de desahogo, pero poco más. Y es un desahogo que debes saber que genera HUELLAS DE MEMORIA EMOCIONALES NEGATIVAS, así que tampoco es que te favorezca su uso generalizado, a no ser que desees ir activando tus huellas de memoria emocionales negativas todo el tiempo hacia todo el mundo y todo lo que ocurre.»

Criticar o corregir en público genera emociones negativas tanto en la persona que recibe la crítica o la queja, como en las personas que os rodean en ese momento. Sin embargo, tener la paciencia necesaria para aceptar la situación, dejar que la emoción negativa que genera tu crítica o queja disminuya en intensidad, y ser capaz de aplazarla hasta el momento adecuado (en la intimidad), facilita que puedas expresarla mejor y que la persona receptora de la misma la acepte con más sosiego que en público.

Por otra parte se nos han olvidado los mimos, la comunicación en positivo, los refuerzos y la expresión de agradecimiento y de cariño, que son parte fundamental de la relación con los demás, y no sólo en privado, sino también en público.

Cuando somos niños pequeños nuestros padres nos insisten en que demos las gracias cuando recibimos algo (sea material o sea un gesto). Dar las gracias es expresar gratitud, agradecimiento o apreciación por el reconocimiento de un beneficio que se recibe o recibirá, sea del tipo que sea. A medida que crecemos nos acostumbramos a que dar las gracias no es necesario, se da por supuesto. Y no deberíamos dar nada por supuesto.

Seguro que te encanta que te agradezcan las cosas que haces por otras personas, y seguro que a esas personas también les encantaría recibir tu agradecimiento cada vez que hacen algo por ti. No es lo mismo dar por supuesto que tener la certeza. No es lo mismo que te pases días preparando una sorpresa para un ser querido, y suponer que te lo agradece, que que te diga con su propias palabras “Gracias por esto que has hecho por mí”. Tampoco es lo mismo esforzarse en hacer todas las obligaciones diarias lo mejor posible, a que alguna de nuestras personas más cercanas nos digan lo bien que lo hacemos o lo mucho que nos esforzamos.

De eso trata: de aprender a DAR LAS GRACIAS y a HACER MIMITOS COMUNICATIVOS, conductas que los adultos tendemos a dar por supuestas y que no sólo son agradables, sino que son muy necesarias para sentirnos bien con nosotros mismos, así como para que los demás se sientan cómodos a nuestro lado. Y si lo hacemos en público mejor que mejor. A todos nos gusta que nos reconozcan en privado, y más delante de otras personas, que tenemos grandes virtudes, hacemos cosas bien, tenemos atributos físicos, psicológicos y emocionales dignos de elogio. Todo ello genera HUELLAS DE MEMORIA EMOCIONALES POSITIVAS en nosotros mismos y en los demás.

El gran aprendizaje sería que hay que criticar y quejarse cuando sea necesario, pero en el momento adecuado y dirigido a la persona adecuada con las palabras adecuadas, y hay que saber agradecer y cuidar con palabras positivas siempre que se pueda. Disfrutemos de esta manera de la vida y de las personas que nos rodean, y hagamos de nuestras relaciones un mundo mejor.

Extraído de «¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte» de Sara de Miguel.

¡Feliz lunes!

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