Ahora ya no estás…

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… No sé cuándo empecé a perderme, pero me perdí. Hasta entonces vivimos una felicidad que rozaba la perfección. Creo que es cuando empezaste a trabajar de maestra: ganabas más dinero que yo, y eso me hacía sentir humillado. Y empecé a trabajar más horas en la empresa, sólo por orgullo, porque me han educado así. El hombre tiene que mantener a la familia. Y yo trabajaba más y más horas, y ganaba más y más dinero. Me sentía poderoso. Y me pedías que no trabajara tanto, que no nos hacía falta, y te ibas distanciando, y yo pensé que era envidia porque tu marido sin estudios ganaba más que tú. Y en esa, a veces sutil, a veces demoledora, distancia, yo salía más con los amigos, recibía palmaditas en la espalda mientras pagaba las copas, y miraba otras mujeres. Y de vez en cuando alguna me miraba a mí, y, bueno, la carne es débil. Y cada vez te notaba más fría, más exigente, más enfadada.

Y luego vino el cáncer, y yo ni me lo creí. Pensaba que sería algo pasajero, que a ti no podía pasarte nada. Eras joven, eras dura como el diamante. Tú eras la eterna luchadora que trabajabas, te encargabas de la casa, de los niños y de mí, y de todo el mundo que te necesitara. Siempre tenías energías para todo y para todos. Ni siquiera fui capaz de estar a tu lado cuando llorabas, porque no sabía ni qué decir.

Ahora ya no estás.

A veces tengo que repetírmelo muchas veces para creerme que de verdad no estás.

Y ahora, cuando ya no estás y ya no puedo cambiar nada, me doy cuenta de lo imbécil que he sido. Eras la mujer más maravillosa e increíble del mundo. Cuando me pedías que no trabajara tanto, tenías razón, no necesitábamos tanto dinero. Ahora tengo una cuenta llena de dinero que no puedo compartir contigo. Me sorprendo cada día pensando en qué te regalaría, dónde te llevaría… todas esas cosas que no te regalé, todos esos lugares a los que no te llevé. Y sobretodo, que ahora ya dan igual esos regalos y esos lugares, lo importante es todo ese tiempo que desperdicié de estar a tu lado. Ese tiempo a tu lado era el mejor regalo de mi vida. Ahora ya no estás, ya no puedo recuperarlo.

Ahora entiendo tu distancia, tu frialdad, tus enfados. Mis ausencias, mis historias con otras, mi indiferencia. Cuántas noches de sexo frío con mujeres que no eran ni la mitad de bellas, ni de apasionadas que tú, habré tenido. Y jamás ninguna me ha dado tu cariño ni tu complicidad. Jamás ninguna mujer me ha mirado como tú lo hacías. Dios mío, Dios mío, lo que daría por volver a sentir tu mirada de enamorada. Lo que daría por oír tu risa. Lo que daría por volver a sentir tu pequeños pies fríos en la cama. En vez de decirte que te quitaras, me arrastraría a besar cada uno de tus deditos, los pondría entre mis manos y te daría todo el calor que no te he dado. Te tendría que haber amado hasta en los defectos, porque tus defectos no fueron más que consecuencia de los míos.

Ahora sé que mientras estabas enferma, no tenía que decirte nada, sólo tenía que haber estado ahí contigo, para ti. Llorar contigo si hacía falta. Ahora lo sé, porque no hay nada que me puedan decir que me alivie este dolor de haberte perdido. Ahora sí que lloro, tanto que a veces no recuerdo cuando he empezado. Y lo peor es saber que no te perdí cuando moriste, te perdí mucho antes, por amarme a mí más que a ti. Por ser egoísta. Por no entender que amar es, sencillamente, dar amor.

Ahora vivo obsesionado pensando en la vida que te di, llena de vacíos, de engaños, de orgullo. Cuántas veces cambiaría las cosas, cuántas veces te pediría perdón infinito. Ahora vivo obsesionado pensando en cómo hubiera sido nuestra vida si te hubiese cuidado, respetado y valorado como tú lo hacías conmigo. Cuántas cosas bonitas te diría que no dije. Hubieras muerto igual, pero llena de otros recuerdos más hermosos, casi tan hermosos como tú. Llena de la felicidad que sólo da sentirse amada. Llena de un yo que yo no he sido. Ahora estoy muerto en vida, obsesionado, pensando que tuve tantas oportunidades de hacerte feliz, tuve tantas oportunidades de hacernos felices, y no lo hice…

Ahora ya no estás. Ahora ya no estás. Ahora ya no estás…”

Extraído de mi libro «13 Almas», triste y hermosa carta de despedida tras el fallecimiento de una bella persona. Palabras emocionadas y emocionantes, para una reflexión nada baladí.

¡Feliz martes!

Sara

Encerrado en tu ausencia

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Y dices que eres humana,

cuando al inhalar el perfume que desprendes

quedo sin aliento.

Eres un indómito paraje de belleza

exento de fruslería.

Hechizado me hallo

pues alojada tu brujería en mi seno

me encierra tu ausencia

en torres imposibles de derrocar.

Efímero alijo de calor

cuando tus ojos absortos

atisban el horizonte

y me señalan inocentes

el sendero que conduce

a mi triste y austera alma,

en firme reyerta

por abandonar toda atalaya

y alcanzar el singular

clamor de tu sonrisa

que el mar divisa

cual faro en la tormenta.

Eres el amor imposible,

la pasión desalojada de mi lecho,

la emoción deshojada de mi pecho.

Me desairo y resplandezco en mi osadía

de reclamarte como mía

cuando sólo a ti te perteneces,

cuando sólo perteneces a la vida misma.

Y no puedo poseerte,

poseer la mayor de las riquezas,

en mi mortalidad e indolencia.

Lloro tu ausencia

aún sabiendo que rompe

el cielo de mis entrañas,

embravece el mar de mi alma

y arde en fuego mi corazón.

Quedo encerrado en mi torreón

de miseria, tristeza y desasosiego

por no tenerte cerca,

por no sentirte aquí,

a mi lado.

Inconcebible pesadumbre

que por no tenerte

encerrado de pena mi esencia desfallece…

¡Feliz miércoles!

Poema y Fotografía de Sara de Miguel

Como luz que da vida

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Como luz que da vida. Así me han alegrado los alumnos de una clase de sexto de primaria a la que me han invitado para hablar sobre mi trabajo como escritora.

No sólo el profesor se había leído «13 Almas», si no que varios alumnos habían leído «¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte».

Me han hecho preguntas interesantes, me han planteado posibles temas para seguir escribiendo libros, y me han arrollado a sonrisas y buenas intenciones.

Todos han participado de una u otra manera, en positivo, buscando aprendizajes nuevos, posibilidades para crecer como alumnos y como personas.

Me he sentido gratamente halagada, pero sobretodo me he sentido gratamente enriquecida por sus puntualizaciones e inquietudes.

Como siempre, he aprendido yo más de ellos que ellos de mí. Los niños son maravillosos. Ojalá les escucháramos más. Ojalá les habláramos más.

Mi más sincero agradecimiento al colegio que lo ha hecho posible.

Muchísimas gracias al interés y alta motivación del profesor que se enfrenta con entusiasmo a la ardua tarea de enseñarles muchas cosas importantes.

Muchísimas gracias sobretodo a todos y cada uno de los niños. Sois geniales, no dejéis nunca de haceros y hacer preguntas, ni de buscar respuestas. Así crecemos como seres humanos, cálidos y llenos de magia.

Sois la luz que da vida.

¡Feliz lunes!

Sara

Tu ausencia

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Él me habla de ti,

de cuando estabas vivo:

me habla de tus bromas,

de tus palabras inventadas,

de tus locuras,

de tus gestos,

y de tu sonrisa torcida.

Me habla de tu ausencia

en sus miradas perdidas,

en sus interminables silencios

en su tristeza amarga,

en las lágrimas que se guarda,

y en la ira que le atenaza,

por tu vida truncada.

Y te siento…

Te siento dentro en cada recuerdo

que ahora también es mío,

en cada vacío que nos rodea

y que no hay palabras

en ningún idioma

que pueda describirlo.

Lamento con un dolor inmenso

no haberte conocido,

porque así como él te ama,

sé certera que te hubiera amado

con la misma intensidad

que la añoranza demoledora

que tu ausencia todo lo embarga…


Poema de Sara de Miguel y fotografía de Tomeu Mir

En memoria de Miquel Mir.

Una reseña de «13 Almas» muy especial

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Hoy he recibido un bonito regalo. Se trata de una reseña muy especial, escrita con cariño y una buena dosis de emoción.

La podéis encontrar en cotorraslectoras.blogspot.com.es, un blog sobre literatura interesante y serio.

Por mi parte agradecer a Nora la fuerza que me transmite con sus palabras y la ilusión que me genera saber que hay personas sensibles a mis experiencias, capaces de sentirlas y compartirlas con tanto entusiasmo. Ciertamente, me has dejado impresionada. ¡GRACIAS!

¡Un saludo y buen fin de semana!

Sara

No te pido nada

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No quiero que seas
la princesa de mis sueños,
te prefiero mujer imperfecta
en todos mis ocasos.


No te necesito vestida de gala,
te adoro desnuda en mi cama,
despeinada,
con los ojos entreabiertos
y las mejillas sonrosadas.


No deseo que me digas que me quieres,
sólo ansío susurrarte al oído
mil poemas escritos de suspiros
mientras me enredo entre tus rizos.


No pretendo conquistar ningún reino,
si mi mayor tesoro es morar
en cada efímero latido de tu pecho.


No me importa tu pasado,
porque voy a besar
cada una de tus cicatrices
hasta que olvides
que alguna vez te hicieron daño.


No te pido todo tu presente,
no te pido tu futuro, 
no te pido nada
porque tengo la eternidad
para admirar
el brillo incandescente de tu sonrisa,
contar cada uno de tus lunares
y ver en tu mirada el reflejo del suspiro de mi boca cuando te miro.

No te pido nada,
sólo quiero regalarte todo este amor
que me desborda y embarga.
Voy amarte, amor,
sin miedos, sin problemas, sin ego.
Voy a amarte, amor,
como nunca nadie te ha amado.

Poema de Sara de Miguel y fotografía de Tomeu Mir.

¡Feliz semana!

Estar enfermo

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Estar enfermo no es  lo mismo que enfermar. No es algo momentáneo, como un resfriado, que viene y se va. Es un estado continuo que te cambia y te obliga a enfrentarte en cada momento a una situación desconocida, a la incertidumbre de qué te espera al llegar un nuevo día. Te arrebata la energía física como un vendaval, te aleja de tu trabajo, de tus amistades, a veces incluso de tu familia. Te deja sin aliento, te merma las creencias y las ilusiones. Absorbe tus esperanzas y las transforma en miedo. Y en ese doloroso trance debes imponerte unos objetivos, trazar un plan, seguir adelante y disfrutar de cada pequeño hálito de felicidad que te ofrecen los pequeños placeres de la vida: una sonrisa, un abrazo, un beso, un trozo de bizcocho, una llamada inesperada, un paseo, un atardecer, el olor del salitre del mar, la hierba en los pies, el rasgar unas cuerdas de guitarra, unas páginas llenas de palabras enarboladas, y un montón de cosas más, que cuando estás sano no valen apenas nada, y cuando estás enfermo valen todo un mundo.

Cada día muchas personas afrontan el reto de convivir con su enfermedad. De no dejarse atrapar por el vendaval de la desesperación y la desesperanza. De seguir adelante con los pies en la tierra, la mirada alta y los anhelos de salud como bandera. Para todos ellos mi  más sincero respeto y apoyo, y  mi experiencia hecha poema:

Me siento sola.

Encerrada entre cuatro paredes

esperando una solución que no llega.

Atrapada en un cuerpo demasiado imperfecto

para afrontar la vida que me espera tras la puerta.

Me refugio en los libros,

en la música,

en las palabras que escribo.

Pero nada hace desparecer el dolor

ni las noches en vela

ni los monstruos a los que me enfrento.

Me consuelo en la sonrisa infinita de mis hijos,

en el amor incondicional de mi guerrero de las sombras,

en mi familia y mis amigos.

Me hacen sentirme fuerte,

seguir luchando

y no perder la esperanza.

Nunca voy a perder la esperanza.

Nunca.

Creo

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Todavía creo en la sonrisa inocente de los niños,

todavía creo en la sabiduría de la naturaleza,

todavía creo en el hermoso perfume de las flores,

todavía creo en los juegos infantiles.

Todavía creo en la inconmensurable bondad humana,

todavía creo en la calidez de los abrazos,

todavía creo en el dulce sabor de un beso,

todavía creo en la fuerza de una suave caricia.

Todavía creo en las buenas personas,

todavía creo en un gesto amable,

todavía creo en la sabiduría de los ancianos,

todavía creo en el hogar y en la familia.

Todavía creo en la amistad,

todavía creo en la magia,

todavía creo en en el amor,

todavía creo en la poesía.

Fotografía y texto de Sara de Miguel.

¡Feliz martes!

Precipio

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Y entonces regresa como cada año la fecha señalada en el calendario.

Vuelve cual tormenta, o tormento, a recordarte que ya no está a tu lado.

Te envuelve poco a poco en las neblinas de su ausencia

te rompe de nuevo en mil pedazos y pierdes la cordura.

Una mano apresa tu corazón herido, destroza tu alma

y no hay palabras para describir la angustia que te atenaza.

Caminas cual etéreo fantasma en un mundo que ya no es el tuyo

recordando cada momento, con recuerdos desdibujados por el tiempo.

Deseas más que nada recuperar su esencia, su olor, su tacto.

Y nada, absolutamente nada, puede aliviar tu tristeza

curar la sangría de pesar, ira e incomprensión por su pérdida.

El nudo complejo de tu pecho te sustrae de tus rutinas

te convierte en su presa, te atrapa en sus redes invisibles e infinitas

te retrae a aquel tenebroso día en que cualquier amanecer se convirtió en tinieblas.

Atrapado en un búnker en medio de la nada,

a kilómetros de distancia de todas las personas que te rodean

porque nadie, ni en su más ilimitada misericordia, puede aliviar semejante tortura.

Y entonces llega el ocaso, y con él se desvanecen los números que te afligen

pero nunca volverá a ser el mismo, ni aunque quisieras.

Y cada día te asomarás al precipicio para mirar a los ojos con auténtico quebranto

a la muerte que se llevo a tu persona amada.

 

Dedicado a todas las personas que han perdido a una persona importante, irremplazable e inolvidable.

Fotografía y texto de Sara de Miguel.

 

Las letras de todos mis poemas

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Eres la luz de cada ocaso,

el aroma de todas las flores,

la sonrisa inocente de los niños,

la melodía que hace vibrar el cuerpo,

el brote colorido que nace de la naturaleza muerta,

los rayos que iluminan los senderos perdidos,

la inspiración de todas las canciones,

los latidos acelerados del corazón,

el sentido de la vida,

y las letras de todos mis poemas.

Fotografía de Tomeu Mir y poema de Sara de Miguel

¡Feliz jueves!

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