Aciaga despedida

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En la letanía de este atardecer solo el vetusto silencio de la despedida me acompaña.

Sé que estás cansado y deseas caer en los cálidos brazos de Morfeo.

Mis emociones te sobran. Son un pesado fardo en tus párpados.

Ahora dormitarás cual bebé neonato,

incapaz de rememorar que instantes antes del alumbramiento habitaba en otro cuerpo.

Mientras yo busco en mi regazo el tibio último ósculo de nuestro afecto desorientado.

Quisiera conocer las causas de la derrota,

que me sacuden como si fuera un bajel a la deriva.

Las heridas del corazón siempre sangran a borbotones,

dejando un oscuro y triste borrón en la historia. En esta historia.

En la historia de todas las historias: la nuestra.

Es tarde para compadecerse porque nuestro cariño se malograse.

Es tarde para arrepentirse de las palabras de amor consabidas y no mencionadas.

Ya no puedo ofrecer el entusiasmo del viajero que descubre un nuevo mundo,

un nuevo y deslumbrante camino que le hechiza y le cautiva,

como fue descubrir cada uno de tus rincones hermosos y coloridos .

Ya no puedo luchar en guerras dialécticas habiendo perdido todas las batallas.

No queda esperanza para esta alma impía de pasión y adulación por ti.

Embelesada por tu reino de frialdad emocional he desfallecido en las heladas.

Y todo cuando aún creía haber conquistado al soberano,  por un efímero momento de

miradas cruzadas mientras nuestros cuerpos ardientes se entrelazaban.

No puedo llorarte más.

No quiero seguir ahondando en mis vacíos. Los que tú has dejado.

Absorta en un recuerdo fugaz de felicidad renuncio a todo.

Volveré a empezar mi camino,

este camino empedrado que me tuerce los tobillos

al intentar mostrarme firme ante tamaña adversidad: olvidarte.

Cuando finalice prometo no molestar.

Me habré encontrado a mi misma

y ya no necesitaré tus manos como mi brújula incrustada de futuros infinitos.

Cierro los ojos y declaro en estado de cuarentena permanente mi romanticismo

porque sin ti no tiene sentido.

Por favor, no vuelvas a dolerme.

No vuelvas con palabras urgentes como manos de cirujano torácico en una operación a vida

o muerte.

No has sabido alentar mis latidos.

No me robes más que bastante difícil es mantener el aire circulando en mi cuerpo

sin que se me acabe la vida en esta aciaga despedida.

¡Feliz martes de poesía!

Sara

No es cursi

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Qué palabras tan intensas y ciertas. Son fruto del gran pensador y poeta Alejandro Jodorowsky. Es el creador del Movimiento Pánico y de la controvertida Psicomagia. Dejando de lado las aplicaciones prácticas y su limitada cabida en la Psicología Científica, hay que reconocer que se trata de uno de los autores más influyentes en la literatura y poesía internacional contemporánea. Sus relatos y frases conllevan una indudable reflexión sobre la vida y la gestión emocional que hacemos de ella. Me quedo sin dudarlo con su capacidad única de exponer con extraordinarias palabras el milagro de las pequeñas cosas de cada día.

¡Feliz jueves!

Sara

Bella Dama

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¿QUIÉN CREÉIS QUE SOIS?

Y yo os pregunto

¿quién creéis que sois?

Irrumpiendo en mi vida

cual hermosa doncella

esperando un caballero

de brillante armadura

y gran valentía.

¿Quién creéis que sois?

Agitando mis sueños

con el vals de vuestras pupilas,

atravesando mi garganta

y arrebatándome el aliento

a cada sonrisa, en cada mirada.

¿Quién creéis que sois?

Robando los latidos

que ahora son vuestros,

que ya no siento míos,

ensartando mariposas aladas

que revolotean en mis entrañas.

¿Quién creéis que sois?

Tan bella

que sois indescriptible.

Tan resplandeciente

que deslumbráis

a quien os mira.

¿Quién creéis que sois?

Tan ardiente

que enarboláis en llamas

a quien osa acercarse.

Tan alegre

que la inocencia de los niños

os envidia.

¿Quién creéis que sois?

Para llegar y arrebatarme la vida,

que no puedo vivir sin vos,

y vivir con vos

es tamaña osadía

cual noble batalla.

¿Quién creéis que sois?

Enfrentándome a los monstruos

de mis peores miedos,

que no son más

que sentir que no estéis a mi lado

hasta el final de mi existencia.

¿Quién creéis que sois?

¿Sois quién merece

las preciosas rimas

de los grandes poetas?

¿Sois quién merece

los acordes rasgados

de las mejores baladas?

¿Quién creéis que sois?

¡Quién creéis que sois!

No sé para que le exhorto,

mi bondadosa dama,

si ambos tenemos la respuesta.

Sois la extraordinaria ama

de mi corazón y de mi alma.

Si te gusta lo que escribo puedes ver Mis publicaciones y mi Blog clicando en los enlaces.

¡Feliz semana!

Sara

Rebobinar

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De vez en cuando me gusta rebobinar. Meter la cinta de casete de mi vida en el reproductor y ver como el negro magnético gira en torno a las bobinas. Entonces puedo cerrar los ojos y escuchar la música inocente de mi infancia.

Recuerdos de familia. Jugando en el salón a indios y vaqueros, desmontando los sofás y usando las sábanas para hacer cabañas improvisadas en las que escondernos mientras las risas nos delataban. Pintando las paredes del salón o saltando encima de las camas.

Recuerdos del colegio. El olor a tiza en las aulas, la voz serena de mi maestra, el jaleo del patio entre vítores y deportes. El entusiasmo ante las vacaciones de verano. Los viajes y los libros. Recuerdo el tacto especial de los libros viejos cuando yo aún era niña. Siempre rodeada de páginas y más páginas llenas de historias y aventuras desde que tengo memoria.

Recuerdos de adolescencia. La sensación de saberlo todo y no saber nada. Las emociones intensas e incoherentes. El primer amor. El primer desamor. Las promesas de amistades eternas. El inconformismo social y político. La contienda contra el mundo por mis ideales. La búsqueda de mi yo. Mi propio laberinto. La mirada de mis ojos llenos del fuego en la lucha interna que supone la mocedad.

Recuerdos de juventud. Entre exámenes y trabajo, entre amores y amigos. Entre enfermedad y vida. El mejor recuerdo de mi existencia son dos pequeños bebés sobre mis brazos, con los ojos muy abiertos nada más nacer, como queriendo descubrir la vida.

Recuerdos de tantos años… Muchos me producen una sonrisa exultante, otros me producen tristeza o añoranza. Sentimientos ambivalentes que aprecio: todos y cada uno de ellos. Rebobinar me permite escuchar la música de mi propia vida, llena de aciertos y errores, llena de riesgos y de rutinas, llena de bailes brillantes bajo el sol, y otras danzas difíciles bajo la tormenta.

Rebobinar es un privilegio. Porque me recuerda que soy quien soy gracias a quien he sido y todo lo que he vivido. Rebobinar es maravilloso, porque todas las penas se tornan alegrías al ver crecer a mis pequeños, al vivir un amor pleno y consciente, al compartir mis días con mi familia y amistades, al poder seguir emocionándome ante una historia bien contada en cualquier libro, al disfrutar de escribir palabra tras palabra como si las letras corrieran por mis venas. Rebobinar es bailar mi pasado y mi presente, y gozar de cada movimiento. Sé que mi futuro será seguir rebobinando, aunque se rompa el equipo, aunque la cinta se desgaste, siempre tendré las notas musicales de todos mis momentos latiendo en mi corazón.

Rebobinar es estar en paz conmigo misma. Aquí y ahora.

Como dijo Horacio, Carpe Diem, aprovecha el día.

Como mejoró Mahatma Gandhi Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir para siempre.

¡Feliz miércoles!

Sara

Lo que me gusta de tu cuerpo…

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Soberbio, grande e innovador en su época Julio Cortázar es el poeta y escritor del cambio a mediados del siglo XX. Gran crítico de la política y la sociedad del consumismo, centró su obra en el equilibrio entre la realidad y la magia. Escribió prosa y poesía, destacando especialmente su visión idealizada y hermosa de la mujer.

Escritor imprescindible de cualquier devoto de las letras.

¡Feliz martes!

Sara

Copenhague

 

Un grupo español que despunta por la voz característica de su cantante y por el melodrama impreso a los acordes y las letras de sus canciones. Ellos son Vetusta Morla. Ofrecen una discografía variada en melodías y temáticas. Su directo es intenso y directo, revindicativo y dulce.

Vetusta Morla tiene muchas canciones ampliamente coreadas, sin embargo yo me inclino por Copenhague, un homenaje al amor y al desamor actual, inmerso en un mar de dudas y dificultades.

«Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber donde puedes terminar o empezar…»

¡A disfrutarlo y feliz fin de semana!

Sara

El árbol danzante

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Había una vez una simiente que fue regada y cuidada con amor. Creció y creció hasta ser un fuerte y hermoso árbol. Tenía unas ramas altas y gruesas, unas hojas verdes y frondosas, y cada año despuntaba unas flores bonitas y relucientes.

Tiempo después otras simientes fueron sembradas, regadas y cuidadas con amor. Crecían y se convertían en fuertes y hermosos árboles. En conjunto formaban un fértil y precioso campo. Con los años el primer árbol empezó a envejecer. Su madera se agrietó, sus ramas se troncharon y sus hojas fueron muriendo.

Un atardecer paseaban dos amigos por el campo cuando pasaron junto al viejo árbol. Uno de ellos dijo:

– ¡Vaya árbol más feo! Está decrépito. Estropea el paisaje.

El amigo replicó:

– Donde tú ves un árbol feo y decrépito, yo veo un árbol que ha vivido muchos años, que su tronco ha soportado fríos inviernos y bochornosos veranos. Veo un árbol que, a pesar de haber perdido sus hojas y flores, ha aprendido a bailar con el viento una danza de vida que sólo los árboles veteranos llegan a conocer. Donde tú ves un árbol que estropea el paisaje, yo veo un magnífico árbol danzante.

– Los demás árboles son preciosos, dignos de ver. Ese me sigue pareciendo feo.  – Criticó el primero.

El amigo, mucho más sabio, sonrió hacia el árbol. Se tomó unos minutos para observarlo con cariño. Llegado el momento adecuado contestó:

– Cada uno de nosotros ve hermosura en cosas diferentes. Es fácil ver la belleza en la juventud  y la lozanía. Más difícil es valorar la belleza a medida que pasa la vida. No elegimos cómo nos afecta el paso del tiempo. Ni tampoco como nos ven los demás. Quizá algún día seas una anciano feo y decrépito. Quizá algún día los demás te vean así. Yo, simplemente, intentaré ser un magnífico anciano danzante.

¡Feliz semana!

Fotografía y texto de Sara de Miguel

Brújulas que buscaban sonrisas perdidas

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El mundo de Albert Espinosa me fascina. Me fascina especialmente su historia personal, su ejemplo de superación y fortaleza, y su estilo literario, realista y bonito.

Si tuviera que elegir uno de sus libros sin duda «Brújulas que buscaban sonrisas perdidas» es mi favorito. Se trata de una historia en la que el personaje se enfrenta a la muerte de sus seres queridos, trágica pero hermosa. El relato discurre entre el pasado y el presente, envuelto en una marabunta de emociones ambivalentes, descritas con pasión y cariño.

El  final del libro te sorprenderá por su desenlace, tan imprevisto como emotivo. Sin duda, recomendable para aprender a afrontar la muerte y el duelo y, sobretodo, para disfrutar de una buena lectura.

¡Feliz fin de semana!

Sara

El tiempo y el mundo

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– ¡Eres una hermana para mí! ¡Te quiero! 

– ¡Tú para mí también! ¡Estaremos siempre juntas!

Esas fueron las declaraciones de amor y promesas de dos amigas en su inocente infancia. Como tantas y tantas declaraciones de amor y promesas que hacen las amistades o las parejas  a lo largo de su vida, esperaban poder cumplirlas.

Pasaron los años y las experiencias. Pasó el tiempo y giró el mundo muchas veces. Ellas continuaron siendo amigas. Como hermanas. Había épocas que se escribían, llamaban y veían más, y épocas en las que las circunstancias las mantenía a una prudente distancia. No estaban juntas, pero tampoco demasiado lejos. Se preocupaban la una de la otra. Se respetaban y apoyaban. La sinceridad y el cariño siempre fue su bandera. Tenían hasta su propia banda sonora.

Un día amaneció marcado por el dedo señalador de la desconfianza y el malestar. Ninguna de las dos supo explicar qué había sucedido, pero ya no se sentían hermanas. Quizá fue el paso inexorable del tiempo que nos cambia y cambia nuestras relaciones. Quizá fue el girar del mundo que en ocasiones nos sitúa en lugares muy lejanos de las personas que amamos, aunque vivan a pocos minutos.

En el atardecer que las acercaba a los cuarenta años, una de ellas supo que por fin iba a ser mamá. La misma semana la otra sufrió un accidente con expectativas limitadas de vida. Pensaron la una en la otra: las dos noticias eran demasiado importantes como para no compartirlas. Pero había pasado el tiempo y había girado el mundo, tanto que se sentían mareadas y perdidas. Ninguna hizo nada.

El día que una daba a luz un precioso bebé que tenía todo el tiempo y el mundo en sus manos, la otra moría en un lecho de tristeza y silencio acompañada de su familia, pero sin su hermana de corazón.

La emocionada mamá al día siguiente llamó a su amiga, su hermana, la persona a quien siempre había amado y que añoraba. Nadie contestó su llamada.

Elige bien a qué y a quién dedicas tu tiempo, y con quién compartes tu mundo. 

Porque el tiempo sigue su curso. Porque el mundo sigue girando.

 

¡Feliz semana!

Sara

Celebra

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Celebra.

Simplemente

celebra cada día,

cada minuto,

cada instante

que estás vivo

y respiras.

Aprovecha para gritar,

correr,

saltar,

bailar,

cantar,

escribir,

leer,

abrazar,

besar,

sentir,

emocionarte,

amar

y vivir.

Celebra la vida.

Esta es la tuya.

Vívela

sin excusas,

 y sin miedos.

Celebra tu vida

cada momento.

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