Todos quieren un cambio…

Todos quieren un cambio pero nadie quiere cambiar…

Y al final sólo nos queda lo que los demás decidan dar.

¿No sería más sencillo y mucho mejor aceptar

que si quiero un cambio

soy yo quien debe cambiar?

Caminando mi camino

mis cambios decido

con conciencia y cariño

decido que camino camino.

Fotografía y reflexión de Sara de Miguel.

Una conciencia tranquila

Se nos ha olvidado nuestra conciencia. Y todo por GANAR. Hoy día, en nuestra sociedad lo único que importa es ganar a toda costa, a quien sea, como sea y sin valorar las consecuencias.

Yo no estoy de acuerdo. Pienso que ganar no siempre es lo mejor. Ganar algo hoy puede suponer perder mucho mañana. Ganar es RELATIVO. Depende de lo que inviertes en tiempo, esfuerzo, dinero y bienestar emocional, y de tus valores y creencias. Ganar no siempre es ganar.

Además ganar no siempre es necesario. En ocasiones nos obcecamos en conseguir objetivos porque nos los autoimponemos o nos vienen impuestos social o laboralmente, aunque no sean lo que deseamos o no nos beneficien a nivel personal. 

Por si fuera poco, en nuestra sociedad está penado rendirse o perder. Fracasar es un estigma. Y nadie quiere sentirte un fracasado. Sin embargo, rendirse a tiempo en ocasiones es la mejor victoria, sobretodo cuando los indicios te avisan de que la victoria es difícil o imposible, y el tiempo y esfuerzo a invertir es mayor del que puedes dedicar. Rendirse es sano si eres es capaz de vivirlo como una decisión sabia frente a una expectativa no alcanzable.

Y en ocasiones perder también es ganar. Cada vez que pierdes en algo o que te equivocas, estás aprendiendo un camino que no te beneficia o que te genera malestar. Cada pérdida y cada error es un aprendizaje y te enseña a enfrentarte a la vida de una manera diferente, con más información, de hecho con una información que no tendrías si no hubieses perdido o errado. Yo no sería quien soy si no hubiera errado, perdido y no me hubiera rendido en muchas ocasiones. Acepto toda mi historia personal, con mis victorias y mis derrotas, porque me han convertido en quien soy y me hace sentir mucha orgullosa de ello. Tú tampoco serías quien eres sin tus victorias y derrotas. Puedes sentirte mejor o peor respecto a cada una de ellas, pero al fin y al cabo gracias a ellas estás aquí y seguro que tienes muchas cosas en tu propia historia personal por las que sentirte orgulloso u orgullosa. Cada vez que tomas una decisión lo haces pensando que es la mejor. Si lo es o no, es algo que sólo puedes valorar con tiempo y perspectiva, y desde luego sin arrepentimiento o acritud, pues en su momento te pareció la mejor decisión.

Entonces, si ganar es relativo, y rendirse y perder también es ganar, ¿qué es «GANAR» en realidad?

Ganar es dormir tranquilo.

Consiste en aprender a ser responsable de los propios actos y sus consecuencias, empezando por cómo nos comunicamos con nosotros mismos y con los demás.

Ganar es ser un comunicador eficaz, decir lo que quieres decir, y aumentar las probabilidades de que suceda lo que te gustaría que suceda. Esto no significa en ningún caso tener siempre la razón ni conseguir todo lo que quieres. Significa esforzarte por ser un buen emisor y receptor, y poder irte a dormir con la conciencia tranquila de que, cada día, tu parte como comunicador está lo mejor hecha posible.

Porque UNA CONCIENCIA TRANQUILA VALE MÁS QUE LA OPINIÓN DE TODO EL MUNDO.

Extraído del libro «¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte» de Sara de Miguel.

¡Feliz semana!

Corazón helado

montañas heladas.jpg

Un corazón helado exige amor

bajo amenazas y dolor.

Un corazón aterido exige amor

revindicando su bienestar

por encima de los demás.

Un corazón sincero y cálido

comprende

que el amor se recibe

en la medida en la que se da.

¡Feliz miércoles!

Sara

Bisturí I: responsabilidad

Vamos a diseccionar la comunicación. Bisturí, por favor.

Esta primera parte es, quizá, un poco aburrida y está descrita en muchos libros, pero intentaré resumirla y clarificarla lo más importante, para que podamos avanzar poco a poco hacia las claves del asunto.

Empecemos por definirla: la comunicación es la acción y el efecto de comunicarse. Normalmente se da mediante el trato entre dos o más personas, bidireccionalmente o en dos direcciones, aunque también puede ser en una sola dirección (por ejemplo, como cuando hablamos con nosotros mismos, o hacemos uso de medios como la televisión o internet).

En todo proceso comunicativo se transmiten señales mediante un código común al emisor y al receptor. Las señales pueden ser auditivas (palabras o sonidos), visuales (gestos o imágenes) o incluso táctiles (braille, contacto físico entre dos personas).

El código habitual de comunicación es la lengua común al emisor y al receptor (obviamente si no utilizamos el mismo código de la lengua la comunicación se dificulta bastante, como podrás haber podido comprobar si alguna vez un turista se ha dirigido a ti para pedirte algo, seguramente una dirección, en un idioma que desconoces).

Para que nos entedamos, ahora mismo yo soy la emisora del mensaje. Tú, lector o lectora, eres el receptor o receptora. Las señales son visuales (palabras escritas), y el código es la lengua castellana, y este proceso comunicativo es unidireccional: yo te transmito información pero tú no me la puedes transmitir a mí.

Ahora viene la parte importante, que normalmente no viene en los manuales ni nos lo enseñan: hablemos de RESPONSABILIDAD. En este proceso comunicativo yo soy la responsable de hacerte llegar la información de la manera más clara y eficaz posible. Y tú eres el o la responsable de leerlo adecuadamente. Si te saltas párrafos, o lees distraído o distraída, el mensaje, por mucho que yo me esfuerce, no te va a llegar ni te va a servir de nada.

Esto es así en todas nuestras comunicaciones. Cada vez que por ejemplo hablamos, o nos escribimos, con una o más personas (ya sean familiares, amigos, compañeros o desconocidos), somos responsables tanto en nuestra función de emisores (quien da el mensaje), como de receptores (quien lo recibe). Normalmente las comunicaciones cotidianas son fluidas y continuas, y desarrollamos el papel de emisor y receptor simultáneamente. La comunicación sólo puede ser eficaz si nos esforzamos en comunicar claramente, y en intentar comprender lo mejor posible los mensajes que nos llegan.

¿Eres responsable en tus comunicaciones? ¿Cómo crees que podrías mejorar tus actos comunicativos?

¡Feliz lunes y que hagas una gran semana!

Sara

Lo esencial es invisible a los ojos

principito

«– Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.

El Principito se fue a ver nuevamente las rosas:

– No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún –les dijo–. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Y las rosas se sintieron bien molestas.

– Sois bellas, pero estáis vacías –les dijo–. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa que abrigue con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté. Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aún, algunas veces callarse. Puesto que ella es mi rosa.

Y volvió hacia el zorro:

– Adiós –dijo.– Adiós –dijo el zorro– He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

–Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el Principito, a fin de acordarse.

– El tiempo que perdiste con tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.

– El tiempo que perdí por mi rosa… –dijo el Principito, a fin de acordarse.

– Los hombres han olvidado esta verdad –dijo el zorro–. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa.

– Soy responsable de mi rosa… –repitió el Principito, a fin de acordarse».

 

 

Desde la infancia recuerdo cada día unas palabras tan profundas y hermosas, LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS. Gracias a Antoine de Saint-Exúpery por tu libro «El Principito», lleno de reflexiones imprescindibles en nuestras vidas.
¡Buen jueves!
Sara

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