¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte

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Os presento mi nuevo libro «¿Es el enemigo? La eficacia de comunicarte», una experiencia a través del contacto con uno mismo y las personas de tu entorno a través de la comunicación eficaz.

La comunicación es el pilar básico de quiénes somos, qué hacemos y cómo lo hacemos, pues en ella se fundamenta la relación con nosotros mismos y con los demás.

Las siguientes páginas son un contacto con el enemigo, que no es más que una mala comunicación contigo mismo y con las personas que te rodean.

Para aprender a comunicarte de una manera eficaz en este libro encontrarás una explicación de los conceptos más importantes, ejemplos cotidianos y ejercicios para practicar.

Este libro va más allá de la comunicación. También versa sobre las personas, la vida y nuestra actitud hacia ellos. Te voy a contar lo que nunca te han contado. Espero que disfrutes leyéndolo tanto como yo escribiendo cada línea. Coge el libro… Es el enemigo.

Podéis encontrarlo en Amazon.es en formato ebook  en el enlace ¿Es el enemigo? y en formato tradicional en el enlace ¿Es el enemigo?

Disponible también en Amazon.com para los lectores internacionales en ebook en el enlace ¿Es el enemigo? y en formato tradicional en el enlace ¿Es el enemigo?

¡Espero que os guste y que lo disfrutéis!

Sara

 

Portada de ¿Es el enemigo?

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Un libro de comunicación debe tener una portada que comunique mucho y muy bien.

El libro está terminado. El proceso de revisión también. En un par de días estará publicado.

Esta es la foto de portada que hemos seleccionado tras meses de búsqueda de ideas y muchas horas de arduo trabajo por parte de los modelos y del fotógrafo Tomeu Mir.

No me puedo sentir más orgullosa y satisfecha del resultado.

¿Qué os parece?

¡Feliz lunes y que hagáis buena semana!

Llámame Vintage

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   Llámame Vintage, no porque ahora esté de moda ser retro, sino por ser de buena cosecha. De las cosechas antiguas en las que la calidad era importante.

   Llámame Vintage porque tengo mis años, ni más ni menos, y no me molesto en disimularlos bajo cinco kilos de maquillaje, ni tres inyecciones de botox, ni ropa con nombres que te cuestan varios cientos de euros cada letra. Llámame Vintage porque tengo mi edad y no quiero tener otra, ni parecerlo.

   Llámame Vintage porque me gusta como se hacían algunas cosas antaño. Como quedar con las personas para verte, y no mandarte treinta mensajes para deciros nada. Como reír a carcajadas por una anécdota de algo que nos sucedió, y no de las últimas actuaciones vergonzosas de la farándula televisiva sin cultura ni conocimiento.

   Llámame Vintage porque me gusta la buena música, la que tiene algo que decir y la que está bien trabajada. El «pachumba», los «perreos» y todos esos sonidos que pretenden justificar el libertinaje sexual, los dejo para los «modernos».

   Llámame Vintage porque me encanta leer libros. Perderme en ellos. Viajar a los confines de otras mentes escritas en palabras. Sobretodo me encantan esos libros de los que no habrá película, aunque me entusiasme el cine.

   Llámame Vintage porque me encantan las fotografías. Las que salen bien, las que salen mal y las que salen torcidas o a medias. Reflejan un momento, un lugar, unas personas, una situación… algo especial que merecía ser retratado. Donde estén las fotos del carrete de cuando tenía cinco años, por favor retiren todos los selfies con morritos y poca ropa.

   Llámame Vintage porque me gusta bucear en la historia de las personas que conozco, y ser parte de ella. Compartir y sentir. Emocionarnos. Vivir cada día con una sonrisa, o con una lágrima, pero haciéndonos compañía. No me basta un emoticono tardío y estándar.

   Llámame Vintage porque valoro las cosas y las personas únicas, que no pretenden ser el reflejo de una sociedad enferma de consumismo, que son capaces de tener clase y educación sin necesidad de pisotear a nadie. Prefiero echar una mano, que mirarme el ombligo.

   Llámame Vintage porque me gusta reciclarme a mi misma, hacerme crítica constructiva y reconocerme como ser humano imperfecto que soy. Ir cambiando y a la vez manteniendo mi esencia. Mantener unos valores, respetar a los demás. Y ser feliz conmigo, sin obligarme a seguir ningún canon establecido.

   Llámame Vintage porque me encanta la pasión, el sexo, una buena bebida y buena compañía sin caer en la superficialidad, la ordinariez, el exceso, o lo soez.

   Llámame Vintage porque hace tiempo que no me siento de este tiempo. Llámame vieja o antigua si quieres, pero a mí me sobran cosas y me faltan personas. Me sobran mensajes y me faltan personas. Me sobran selfies y me faltan personas. Me sobran fiestas y me faltan personas.

   Quizá al mundo le faltan más personas y a mí me sobra Vintage.

   Llámame Vintage, aunque ni siquiera el diccionario me reconozca.

¡Feliz miércoles!

Fotografía y texto de Sara de Miguel

Microscopio V: la entonación y el volumen

Otro componente esencial en la comunicación son, lo que hemos llamado antes, elementos paraverbales, los que acompañan al mensaje. Nos vamos a centrar en los dos más importantes: el VOLUMEN y la ENTONACIÓN. Si hay algo seguro es que no es lo mismo hablar en susurros que pegar gritos. Tampoco es lo mismo utilizar una entonación monótona, hablando todo el tiempo con el mismo ritmo y cadencia, que hablar cambiando la entonación según el mensaje que estamos transmitiendo. Seguro que has tenido un profesor o una profesora que te aburría soberanamente en sus clases porque daba el tema hablando con el mismo volumen y entonación toda la clase. Al igual que seguro que conoces a alguna persona que constantemente grita o cambia el ritmo de la conversación, haciendo difícil mantener la atención y te hace sentir que estás en una especie de actuación de teatro o de circo.

Hablar en susurros puede provocar dificultades de entendimiento. Hablar a gritos genera rechazo y percepción de agresión. Al igual que los cambios de entonación pueden cambiar por completo el significado de una palabra o un mensaje. Por ejemplo, cuando preguntas a alguien “¿Qué tal va todo?” Y te contesta “Bien”, según el volumen y la entonación que utiliza, puedes saber perfectamente si es un “Bien” de entusiasmo, de tristeza, de enfado o de indiferencia. La palabra es la misma, pero su interpretación no. Esto es muy relevante sobretodo en nuestro idioma y nuestra cultura, que tiene más de sesenta mil palabras polisémicas (con diferentes significados según el contexto), giros, ironías y sarcasmos. ¿Cuántas veces te han malinterpretado o has malinterpretado a alguien porque dice con volumen medio, entonación formal y gesto serio lo que se supone que es una broma? A no ser que estemos seguros de que nuestro receptor va a comprender el mensaje, deberíamos utilizar el vocabulario, entonación y volumen que mejor vaya a expresar lo que realmente queremos expresar.

No hay un volumen y entonación perfectos. Sólo hay un volumen y entonación adecuados a cada conversación. Por eso también te propongo repetir los ejercicios de los apartados anteriores (mirarte en el espejo y grabarte la voz mientras te cuentas cosas relacionadas con diferentes emociones) prestando especial atención a tu propia entonación y volumen. Prueba a “decirte” el mismo mensaje cambiando el volumen, la entonación, el ritmo y la cadencia. ¿Percibes cómo cambia su significado en función de los cambios? Como este ejercicio es difícil llevarlo a cabo cuando hablas con otras personas (porque si te estás escuchando a ti mismo, desde luego no estás escuchando a la otra persona), procura repetirlo a menudo para poder modular tu voz según lo que desees expresar.

Aunque parezca complicado, la voz y sus componentes también se puede “aprender”. Te pondré un ejemplo, cuando empecé a trabajar de operadora en la central de coordinación del servicio de atención médica de urgencias de mi comunidad autónoma, me informaron de que todas las llamadas se graban por motivos de seguridad y calidad. Periódicamente el coordinador revisaba llamadas con cada operador para mejorar la atención. La primera vez que me invitó a escuchar una llamada, cuando apenas llevaba unos segundos le dije que esa llamada no era mía. Insistió y buscamos el código de usuario y de tiempo, y confirmamos que, efectivamente, era una de mis llamadas. No sólo no había reconocido mi voz, sino que además sufrí un fuerte rechazo porque aquella “voz” tenía un volumen alto, parecía que estaba gritando, con una entonación muy aguda, y muchos cambios de ritmo. Me pareció desagradable. Y desde luego, lo último que yo quería cuando cogía una llamada de emergencias era parecer desagradable. Así que manos a la obra, busqué la ayuda de una logopeda que en muy poco tiempo me ayudó a “escucharme” y a modular mi volumen, entonación, cadencia y ritmo según el mensaje que quisiera transmitir. Desde entonces sé adecuar mi voz según las circunstancias. También debo admitir que no siempre es necesario ir a un especialista para mejorar la propia voz. Con practicar regularmente en casa es más que suficiente en la mayoría de los casos. Te animo a que pruebes a ver qué pasa si vas haciendo todos los ejercicios que te propongo con constancia y regularidad.

¿Te atreves a probar diferentes entonaciones? ¿Y a cambiar el volumen en tus interacciones sociales? ¿Notas diferencias en función de ello?

¡Feliz martes!

Sara

¡Gracias!

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Desde el humilde lugar que ocupo

en el inmenso árbol de la vida

que a todos nos cobija

doy las GRACIAS

por quienes me acompañan,

de una manera u otra,

en la aventura de compartir

mis pensamientos,

reflexiones,

fotografías,

poemas y poesías.

Más de 1.200 visitas en esta página web en un mes lo merecen.

Aunque tan sólo haya conseguido

arrancar una lágrima o una sonrisa,

aunque mis palabras tan sólo hayan

generado una emoción,

ya me siento halagada.

.

¡GRACIAS!

Feliz fin de semana.

Sara

Microscopio IV: el vocabulario

Pasemos a la parte del VOCABULARIO o elementos verbales que utilizamos. ¿Utilizas el mismo vocabulario cuando hablas con un niño que con un adulto? ¿Y cuando hablas con compañeros de trabajo y con tus amigos o amigas? ¿Usarías las mismas palabras para expresarte en una fiesta de gala de alto standing y tomando un café en un bar de barrio? Quizá no seas consciente de ello, pero el vocabulario que utilizamos es muy importante. El mismo vocabulario puede transmitir sensaciones muy diferentes en función del lugar o las personas con las que nos comunicamos. Por ejemplo, utilizar palabrotas entre los “colegas” viendo un partido de fútbol (o cualquier otro evento deportivo) puede ser un signo de estar integrado y sentirte cómodo o cómoda, sin embargo decir palabrotas en la puerta de un colegio resulta inapropiado y molesto.

El tema del vocabulario también está siendo muy controvertido hoy día por el uso de abreviaturas y emoticonos en las redes sociales. Hace poco recibí un mensaje de mi sobrina de quince años al que sólo supe contestar “compro vocal, a ver si resuelvo”. Aunque pueda parecer muy práctico y muy “guay” enviar mensajes llenos de palabras abreviadas en tres consonantes, permíteme decirte que por no dedicar apenas unos segundos a escribir las palabras completas, pierdes capacidad de expresión y, sobretodo, de comprensión por parte del receptor o receptora del mensaje. Por no hablar de que, con el tiempo, se acaba perdiendo el buen uso de la ortografía y la gramática, y conozco personalmente personas que ya no saben ni acentuar correctamente, cuando un acento, o un signo de puntuación (como una coma o un punto), pueden cambiar el significado por completo de una palabra o de una frase.

Debates sobre el habitual uso de palabrotas o del uso abusivo los mensajes en las redes sociales aparte, debemos tener presente que cada persona con la que hablamos, en cada contexto, merece un trato y un vocabulario adecuado y adaptado. Si pretendes que tu hijo o hija de 5 años comprenda qué es la genética, puedes hablarle, por ejemplo, de los parecidos entre las personas emparentadas en el color de los ojos o del pelo. Si eres profesor universitario y se lo debes explicar a tus alumnos, desde luego la palabra más sencilla que emplearás será ácido desoxirribonucleico. Imagina que das la explicación del profesor universitario al niño, o la del niño a los alumnos universitarios. Es una exageración absurda, pero en muchas ocasiones no hacemos esta distinción tan crucial.

Si utilizamos el mismo vocabulario indiscriminadamente con todo el mundo en cualquier situación, lo único que conseguiremos es aumentar las probabilidades de falta de entendimiento o, incluso, de conflictos. Tu parte de responsabilidad como emisor supone elegir las palabras adecuadas para que tu receptor comprenda tu mensaje. Y esto incluye los mensajes escritos. Desde luego un tema vital nunca debería “hablarse” por mensajes, sobretodo por la cantidad de malentendidos que genera (estoy segura de que ya te ha pasado alguna vez). Si entenderse en persona ya es complicado, por mensajes , en los que encima tendemos a abreviar palabras de cualquier manera y a poner un montón de emoticonos, es prácticamente imposible.

¿Crees que utilizas el vocabulario más adecuado en cada situación? ¿Consideras que podría mejorar tu eficacia comunicativa el buen uso del vocabulario?

¡Feliz martes!

Sara

Compartir es amar

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   Hoy he tenido el privilegio de compartir experiencias y aprendizajes con los alumnos de TCAE en el Colegio Nuestra Señora de Montesión.

  Tenéis todo mi respeto y confianza como futuros profesionales, ya que habéis sido encantadores e inteligentes en vuestras intervenciones.

   Es halagador que te inviten a participar en una charla informal sobre la psicología de los cuidados paliativos, de la que se extraen grandes reflexiones y mucha humanidad. Os doy las gracias encarecidamente por el interés y el buen hacer de la profesora y los alumnos.

   ¡Feliz jueves!

   Sara

 

Tu propio abismo

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   En ocasiones hay que alejarse de todo y mirar al horizonte. Allí se hallan todas la respuestas. En la soledad y el encuentro con uno mismo se puede sentir el presente: en el aire con olor a salitre, en el tacto arisco de las piedras, en el reflejo insurgente del sol.

   En el confín de nuestro mundo se puede vislumbrar el futuro, aquel que uno quiere y desea, y percibir el camino que nos acerca a nuestros anhelos. El amor, la salud, el dinero, la familia, las amistades forman parte de lo que ansiamos: sentir que formamos parte del universo, de nuestro universo y del universo de las personas que amamos.

   Mirar atrás y aceptar nuestro pasado, mirarlo con cariño, y tratarnos con el respeto que merecemos. Al fin y al cabo, somos quienes somos gracias a lo vivido.

   La vida no es más que asomarse a nuestro propio abismo, al acantilado de nuestros miedos y nuestras pasiones. A nuestro pasado, presente y futuro. Y seguir caminando entre óbices, rocas escarpadas y mar embravecido. Siempre con una dulce sonrisa y con el destello de la luz en la mirada.

¡Feliz miércoles!

Texto y fotografía de Sara de Miguel

Florecer

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Despertar de las pesadillas,

encontrar luz en el nuevo día.

Abrir el corazón al mundo

y sentir que es un lugar seguro.

Vivir intensamente

cada hermoso instante.

Florecer como una rosa

de pétalos bañados en rocío…

Fotografía y poema de Sara de Miguel.

Microscopio III: la distancia

Ahora vamos a un tema que me encanta y es muy fácil de ilustrar: la DISTANCIA. ¿Has ido alguna vez en un transporte público abarrotado? Es horroroso sentirse “atrapado” entre un montón de personas, sobretodo si son desconocidas. No sé si hay niños en tu entorno, pero en el caso de que los haya, ¿alguna vez te han hecho un “montón” tirándose encima tuya? Si lo piensas fríamente es mucho más invasivo que se te tiren encima, que estar de pie junto a otras personas, pero lo vivimos con una sensación completamente diferente. Esto es así porque la distancia adecuada en cada situación viene determinada por nuestro espacio personal. Aunque no lo podamos ver, nuestro espacio personal existe. Es como una burbuja que nos envuelve y se hace más grande o más pequeña, y la modificamos según la o las personas que nos rodean y la situación en la que nos encontramos. Por ejemplo, en el transporte público nos sentimos invadidos porque personas ajenas a nosotros ocupan parte de nuestra burbuja, pero cuando un ser querido nos abraza, no hay esta percepción de invasión, nos parece natural. Porque le cedemos voluntariamente el espacio de nuestra burbuja.

Es importante recalcar que el espacio personal, las distancias, y la mayoría de conceptos comunicativos, son culturales. En este caso se pueden apreciar diferencias abrumadoras en función del origen de la persona. Te pondré algunos ejemplos. Las personas de origen oriental o nórdico mantienen unas distancias mucho más amplias que las personas de origen mediterráneo o del sudamericano, así como el contacto físico es mucho menor en las primeras que en las segundas.

También, como ya he mencionado, está muy relacionado con la situación y la persona con la que nos encontramos. No se mantiene la misma distancia con el jefe o jefa, que con la pareja o con las amistades. De hecho, imagina que tu jefe o jefa se pone a hablarte a la misma distancia que lo haría tu pareja, un hijo o una hija, o una amistad muy cercana. Seguro que te generaría muchísima incomodidad. O imagina que tus familiares más cercanos te hablaran de cosas íntimas o cotidianas a más de un metro de distancia, que sería la adecuada en una relación laboral. También te resultaría extraño o incómodo.

Para conocer mejor los espacios personales y las distancias te propongo un pequeño ejercicio. La próxima conversación que mantengas con una persona que no sea de tu entorno cercano, ve aproximándote poco a poco, de una manera sutil y lenta, a esa persona mientras hablas. Comprobarás que a medida que tú avanzas, la persona retrocede. Esto sucede porque percibe que invades su espacio personal y que la distancia que estás manteniendo no es adecuada (ten cuidado de no aproximarte demasiado, a ver si te vas a buscar un problema). En el caso de duda sobre qué distancia mantener con cualquier persona, un pequeño truco consiste en realizar pequeñas y sutiles aproximaciones, y al primer movimiento de retroceso de esa persona, identificar que te está marcando su espacio personal, esto es, hasta donde llega su burbuja en la comunicación contigo y donde ya no debes pasar.

¡Feliz lunes y ánimo con la semana!

Sara

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